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Entrevista por RNV, La Derecha Oposicionista

lunes, 12 de noviembre de 2007

La Autocracia y el Autoritarismo de la Oposicion en Venezuela

La Autocracia y el Autoritarismo del Comando de la Resistencia. Una breve síntesis sobre esta coyuntura
Por: Pedro Patiño

Red Bolivariana

Autocráticos; claro, son gobernados por una sola persona, que esta reflejada en la embajada de los EEUU. Autoritarios; por supuesto, todos ellos: Allup, Ledezma, Álvarez Paz, Pompeyo, Borges, Escarra, Sosa..etc. quieren imponer su poder de forma absoluta sobre la Mayoría del Pueblo venezolano que apuesta al Socialismo.

No hay duda al respecto, dos corrientes y dos visiones de país y forma de vida están en plena lucha. Por una parte la visión del pensamiento único Neoconservador (Escarra, Allup, Borges ,Álvarez Paz), y otra que se contrapone como es el Socialismo

Una (Neoconservadora), estuvo durante mas de cuarenta años gobernando el país, a través de la partidocracia ( AD-Copei). Pocos logros si lo dividimos entre el factor tiempo realizo esa variopinta ideología como lo fue la Democracia Social y el Social Cristianismo.

La otra (Revolucionaria) la cual estamos viviendo, que durante poco menos de nueve años ha logrado logros significativos aun soportando Golpes, Paros, Saboteos y Asesinatos. Y que montada sobre una superestructura burocrática, corrupta e ineficiente-herencia de la IV republica- ha materializado por lo menos la satisfacción de un gran número de compatriotas, que jamás fueron tomados en cuenta por los que hoy se rasgan las vestiduras a favor del colonialismo y el imperialismo.

Es así como nos encontramos polarizados, en una coyuntura que promete extenderse por un tiempo indeterminado. Las Fuerzas neo-conservadoras, amantes del Libre Mercado, de la Liberación de la Economía, del “Sálvense quien pueda”, del “Igualdad de oportunidades”, Educación Privada, Privatización de todos los Recursos Energéticos, Vivir sin reglas sociales, donde el capital dicte las normas de la sociedad, la segregación de la sociedad en Ricos y Pobres, la explotación del trabajador etc.….

El planteamiento de la Revolución esta claro, Socialismo ¡no hay otra manera de superar los escollos del pasado, esa herencia dejada por mas de cuarenta años de gobiernos ineficientes. Pero el Socialismo que es nuestro planteamiento debe ser renovador, venezolano, incluyente, desarrollador de las fuerzas intrínsecas de cada individuo. Volver a nuestras raíces, lo mas granado del pensamiento de Miranda, Bolívar, Sucre, Rodríguez, Zamora, de los grandes pensadores de la Revolución Francesa, el Iluminismo Francés. De las Luchas Revolucionarias Como la Mexicana, Cubana, Sandinista etc. Debemos erradicar la pobreza extrema, convertir a Venezuela en una potencia, en lo Económico y en lo Social. Todo esto solo se logra en Socialismo. El Pensamiento único Neoconservador no puede suprimir la pobreza, de hecho esa miseria es producto de ellos, cuando saquearon al país. El proyecto autocrático y autoritario de la derecha rancia, reflejada por Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo y lo queda de AD y COPEI, solo manifiesta el genocidio de los pobres y el crecimiento del capital trasnacional y nacional para disfrute y deleite de una minoría.

Venezuela cambio para siempre, pero aun así, debemos estar alerta, la contrarrevolución es fuerte, las leyes que la rigen están diseminadas por el mundo. Nuestra Revolución esta siendo torpedeada desde afuera hacia dentro e incluso sectores dentro de la revolución hacen su juego de quinta columna.

No podemos afligirnos, las Revoluciones son así, Luchas y cambios constantes, Es un proceso dinámico con vida propia, el cual siempre estará en movimiento. Tiempo-Espacio, Pensamiento- Ideas, Palabras- Acción. Variables que nos acompañaran en este bello proceso de cambios estructurales hacia la verdadera felicidad plena.

Saludos cordiales,, RAS, Siglo XXI
pedro2_jose@yahoo.com

“El mismo crecimiento de la producción capitalista incrementa la pobreza, la necesidad y la dependencia subjetivas del trabajador”

Globovision -Venezuela-Aplica Terrorismo de Estado

Globovisión aplicando “Terrorismo de Estado” tergiversando el Art. 90 de la Reforma Constitucional.
Por: Pedro Patiño
Red Bolivariana

En un manejo burdo de los muchos que salen al aire contra la reforma, Globovisión realiza un análisis simplista sobre la Reducción de la Jornada Laboral. Utilizando herramientas infantiles y dirigidas a un publico disociado, el canal “Terrorista” afirma que dicha reforma incidirá en menor Salario para el Trabajador, En aumento de Precios, toda esta imaginación ramplona es por el supuesto negado de aumentos de los costos operativos y de productividad del capitalista o dueño de la fabrica.

Que mas lejos de la realidad: Empecemos con un análisis del camarada Marx para dejar claro porque el “Tiempo Libre” para los Trabajadores… Dice el Barbudo “ El Hombre y Mujer necesita tiempo para la satisfacción de necesidades espirituales y sociales, cuya amplitud y numero dependen del sociedad”..continua diciendo Marx..” En resumen en el proceso de producción en el que el objetivo es el desarrollo del trabajador, el obrero necesita tiempo (Tiempo Libre) para su desarrollo completo, tiempo para la Educación Humana, el desenvolvimiento intelectual, el desempeño de funciones sociales, el trato social, el libre juego de las fuerzas vitales fisicas y espirituales..”.

Como ven camaradas el “ Tiempo Libre” da al trabajador un espacio para su desarrollo pleno. Tiempo libre que siempre el capitalista a usado para su disfrute, mientras el trabajador queda produciendo valor de plusvalía para el empresario. Cuantos trabajadores acumulan sus vacaciones?, y luego son confiscadas por el patrono, recibiéndolas el trabajador fraccionadas y algunas en forma de pago miserable. Sin que el trabajador logre el disfrute y menos aun su desarrollo intelectual y social.

Globovisión miente al decir que el trabajador ganara menos porque no tendrá horas extras. Ahora bien que son las horas extras a nivel productivo; “ Son aquellas utilizadas para solventar los niveles bajos de productividad, que se reflejan por ineficiencia corporativa”. La Falta o merma de la productividad es una punta de lanza para seguir con la explotación del trabajador, vendiéndole la idea de que trabajando horas extras recibirá beneficios adicionales y lo que realmente sucede es que con su trabajo físico extra, iguala la productividad del patrón, que con las ganancias extremas de esos productos, cancelara una ínfima parte como sobre tiempo al obrero. Cuyo pago no compensara nunca el tiempo y esfuerzo del trabajador.

Ahora bien, el patrono siempre llevara el costo de las horas extras al producto final, su ganancia es total. Es que acaso la ineficiencia de una industria o compañía no eleva los diferentes costos?, y estas el capitalista las traslada al precio de venta del articulo fabricado¡¡. Aquí se cae la primera mentira de Globovisión.

Sobre la aparente disminución del “Salario Final” por concepto de jornadas extras. En este caso debemos entrar en el antagonismo existente entre el trabajador y el capitalista, es un hecho la lucha de clases que vivimos hoy en día. Por un lado el Patrono quiere disminuir el salario, aumentar las horas de trabajo y aumentar e intensificar la jornada productiva. Por el otro lado esta el trabajador que desea Disminuir las horas laborales, Tener mas y mejor salario y disminuir el esfuerzo físico. Ahora bien aquí aparecerá indudablemente el Estado y los Sindicatos. Estas dos instituciones, deben de llevar un rol importante y vigilar que las leyes salariales así como los beneficios contractuales se cumplan.

Como ven, Globo visión y su Terrorismo de Estado están mas pelao que rodilla e Chivo.

Saludos cordiales,, RAS Siglo XXI
Pedro2_jose@yahoo.com

martes, 11 de septiembre de 2007

CUENTOS DE CUENTOS DE LA CRIPTA IV, NARRADOS POR FEDECAMARAS

Que tal amiguitos¡¡. Esta historia de terror será narrada por nosotros quienes hemos tenido un papel protagónico en la explotación del pueblo venezolano, aquí nuestra horrible historia¡¡: “ Fedecamaras nace como una necesidad de lograr que las elites burguesas nacionales y transnacionales tengan el poder económico y por ende el poder político. El económico es de Perogrullo, imagínense Uds.; El 15 % de nuestras familias se adjudican el 45 % de ingresos creados en la economía venezolana, entre tanto, el 50 % de familias existentes en nuestro territorio apenas disponen del 8 % de los ingresos efectivos. Esa desigualdad tan pavorosa tiene pocos casos similares en el mundo. Esa es nuestra verdad terrible¡¡, es decir aquí los ingresos pertenecen a una minoría y el grueso de la población debe disputarse un insignificante sobrante¡¡. Amiguitos en Venezuela existen una gran concentración en pocas manos del capital; Industrial, Bancario, Comercial. Nuestro capitalismo es Monopólico y Oligopolico, Chávez quiere ir a un Socialismo del Siglo XXI, pero nosotros no lo dejaremos¡¡. Ya que nuestras riquezas son basadas en la explotación y no podemos perder ese privilegio que nos dio la historia¡¡ jeje. Miren este ejemplo sencillo: En la industria cervecera ( La Polar) domina mas del 50 % de la producción. En Cemento una empresa acapara mas del 60 % de la producción ( porque creen que no hay cemento para la construcción de viviendas¡¡, jeje). En el Azúcar una compañía llega a la mitad de toda la producción del sector privado de esa industria¡¡. En los Licores existe una empresa familiar que tiene el 50 % de la producción, en la producción de cigarrillo se reparte entre dos compañías el mercado de consumo. La industria del refresco es idéntica. En los jugos enlatados, dos empresas copan toda la producción. Las Industrias de Alimentos como Sardinas, Pastas de Tomate..Etc..Tienen compañías que juntas dominan la mayor parte de la producción. Es decir amiguitos Venezuela y su Economía es Monopolica, Oligopolica y Oligárquica. Solo la industria petrolera nos falta para completar el póker¡¡ jeje. Fedecamaras y nuestros acólitos¡¡, somos monstruos terribles; Tenemos la Tierra, Tenemos el Capital, Tenemos la Comercialización, Tenemos el Agua, Explotamos a los obreros, Fijamos los salarios, Horarios etc...Ahora bien digan si no tenemos el verdadero poder¡¡, jeje...Por eso nos oponemos al Socialismo del Siglo XXI. Venezuela debe seguir siendo un país de castas de elites, Venezuela debe ser gobernada por nosotros que somos dueños de los medios de producción, mientras el perraje trabaja y es explotado bárbaramente. Vean esto¡¡, Dos grupos de familias controlan 60 % de la producción de cerveza, 50 % de la producción de azúcar, 60 % de la industria de cemento, 70% de la industria licorera, 50 % de la industria papelera, además tiene control del 10 % del capital bancario y antes de la llegada de Chávez tenían 40 % de la generación de electricidad, Una Guara¡¡ jeje... Ah¡ se nos olvidaba también son constructoras, poseen empresas de seguros, dominan la industria de alimentos concentrados (60%), maquinarias..Etc.. Digan uds. Si estas dos familias no son los verdaderos “Amos del Valle”. Nosotros ( fedecamaras) nos fortalecimos desde el “Pacto de Punto Fijo”, Betancourt, Caldera y Jovito nos pusieron donde había billuyo, aunque los comunistas siempre se opusieron de que en Venezuela se implantara la burguesía monopólica y oligopolica. Nosotros contactamos a esos economistas chimbos que con sus tracalas nos dieron mas poder económico. Hubo una época que nosotros designábamos a dedo a los Ministros de Economía, de hecho muchos ex ministros y ex diputados trabajan para nosotros y ganan su platica¡¡. Amiguitos lo de nosotros es Neoliberalismo puro y salvaje¡¡ jeje. Es decir imponer un capitalismo en lo individual, sin ética, egoísta, insano. Etcétera. Para nosotros el estado es ineficiente, mientras nosotros los industriales privados somos eficientes. El Estado solo debe ocuparse de la seguridad nacional y velar por la soberanía geográfica y una que otras cositas diplomáticas... mientras nosotros que si somos eficientes debemos abarcar los sectores de Salud, Educación, Economía, Industria y recreación. Aunque déjenme decirle una confesión, pero bajito para que no nos escuchen..... En la crisis financiera de 1994 donde entidades bancarias se desplomaron, y también en la caída de grupos como Corimon y Mendoza, allí fuimos deficientes y demostramos que esa Vaina de que las empresas privadas son exitosas es pura paja¡¡. Amiguitos nosotros nos guiamos por las tesis neoliberales clásicas y neoclásicas. Vamos amarrados de la mano invisible del mercado con Adam Smith, David Ricardo, Samuelson, Hayek, Friedman..entre otros y siempre consultamos en Venezuela a Emeterio, Palma, Guerrero, Ochoa, Cacique, Faraco, Espinaza entre otros. Nuestro poder es brutal, recuerden que nuestro flamante Pedro Carmona Estanga fue presidente de Venezuela por tan solo 48 horas, pero presidente al fin. Si Pedrito hubiese tenido mas tiempo en el poder, nosotros junto con la Sociedad Sambil nos adueñamos definitivamente de Venezuela. Toda la propiedad de los medios de producción¡¡. Chávez desbarato todo eso¡¡, el no entiende que nosotros queremos que el factor económico tenga solo al mercado como factor regulador¡¡. Debemos confesarles algo, toda nuestra ineficiencia la trasladamos a los costos y esto se ven reflejados en los precios de venta. A nosotros nadie nos audita, fíjense que la mala calidad, la especulación y el acaparamiento son culpas nuestras, así como la baja de producción en algunos rubros de consumo. Para terminar recomendamos que vean bastantes canales de televisión comercial, y díganle a sus padres que vayan por el Sambil a comprar de todo, jeje. ¡¡

AtentamenteFedecamaras.
pedro2_jose@yahoo.com

CUENTOS DE LA CRIPTA III, NARRADOS POR GERVER TORRES

Estimados amiguitos, ahora me toca el turno para narrarle algo de la historia política contemporánea donde fui protagonista esencial.“En la IV republica las instituciones democráticas es decir el Congreso, La Prensa Libre, Los Partidos, el CSE, nunca fueron del todo democráticas. Fue una democracia dominada. Nosotros nunca dimos apoyo al campo por ejemplo. Porque nunca liquidamos el latifundismo. Quisimos que la burguesía venezolana y sus partidos repartieran la tierra, pero para usufructos de sus allegados y de ellos mismos, dejando a la deriva a miles de conuqueros y pisatarios. Nosotros repartimos tractores y cosechadoras las cuales no tenían repuestos en el país, convirtiéndose en chatarra al poco tiempo. Nuestra burguesía monopolica pactaba con adecos y copeyanos, militares e iglesia, uno que otro partido de izquierda ( Ej.; MAS), para continuar con el sistema social democrático representativo. Nuestra burguesía aceptaba la represión, siempre y cuando los reprimidos no fueran ellos. Ellos entendieron que nosotros los aliados de los EEUU no podíamos aceptar que fuerzas revolucionarias dañaran el Status Quo vigente en esa época. Aparte que nuestra burguesía era dueña de los medios de producción y nos daba sustento y billete del bueno¡¡. Nosotros los adecos, bajo la fachada social demócrata repartimos ideología para confundir a la población, levantamos banderas sociales pero en la practica hacíamos todo lo contrario, jeje¡¡.Todo con la ayuda de los grandes medios de comunicación privados nacionales e internacionales, ellos jugaban a la prebenda y nos dejaban tranquilo¡¡. El mundo nos señalaban como grandes demócratas y el pueblo se lo creía. Hasta que llego Chávez y lo hecho a perder todo. Yo por ejemplo fui ministro de CAP, es decir presidí al Fondo de Inversiones de Venezuela ( FIV) en 1989, y con mi carnal Miguelito Rodríguez( Cordiplan) hicimos desastres en la administración publica jeje¡¡, ahora pertenezco a una organización con mucho futuro, donde el individualismo y el capitalismo es nuestro norte se denomina, “Liderazgo y Visión”, pero continuemos con nuestra historia de terror¡¡. Nuestra democracia era una “Engaña Tontos” por ello nuestro “Padrecito” Rómulo Betancourt engaveto proyectos importantes para el país, todo esto para satisfacer a los EEUU. Igual paso con el primer gobierno de CAP y su nacionalización petrolera “Caza Bobos”, hasta el mismísimo Renny Ottolina se presto para hacer el anuncio por TV el 1 de Enero de 1976. Fueron 40 años de engaño sistemático al pueblo. La Partidocracia se alternaba en periodos electorales pero con la maxima del gatopardismo, cambiábamos de presidente pero todo seguía igualito. Nuestra población fue creciendo, desde 1963 que éramos apenas 8,4 millones de Hab. En el periodo de CAP I es decir ( 1973-1978) empezamos con 11,7 MM hab., y termino con 13,8 MM Hab, En la era Lusinchi éramos al inicia del gobierno 16,7 millones de hab., termino con 18,5 MM Hab. Esto lo traigo a colación porque con la era Adeca se presentaron ingresos petroleros de gran magnitud, y aun cuando no llegábamos a 20 millones de habitantes nada se hizo para solventar la crisis habitacional, escolar, de pobreza critica etc.. Imagínense lo que hubiésemos hecho para sus abuelos y padres amiguitos, pero la directrices del FMI, era continuar con su receta neoliberal y endeudarnos hasta la medula. Fíjense la nación que le dejamos al comunista Chávez: I) Exportaciones Petroleras en 8.100.000 MM Bs., II) Inflación en 37,6%, III) Precio del Petróleo en 7$ ( esto estaba fríamente calculado para vender a PDVSA, jeje¡¡). IV) Mas del 50 % de los niños como Uds. no terminaban el año escolar, V) había un millón y medio de déficit de vivienda y eso que éramos menos, VI)La mortalidad infantil llego a ser de 27 por cada mil nacidos vivos, VII)La deuda externa se tragaba mas del 35 % del presupuesto nacional, VIII) el desempleo rondaba el 20 % y el subempleo el 50 %, IX) Las infraestructuras viales, túneles, puentes estaban colapsados, X) Privatizamos casi todo CANTV, VIASA, Eléctricas, Salineras, Industrias Básicas, Madereras, etc. XI) Dejamos a todos los delincuentes libres con la reforma del Código Orgánico Procesal Penal ( COPP). Todas estas variables y muchas mas deberían haber colapsado el Gobierno de Chávez, pero no fue así, La Revolución Bolivariana aguanto y supero la crisis heredada, y aun sigue batallando. Nosotros dejamos una pobreza critica de mas del 80 %, producto de ello fue el Caracazo con su mas de 5000 muertos, eso ayudo a la división social del país y ensancho la brecha entre ricos y pobres, no podemos olvidar la crisis bancaria y el despojo de las prestaciones de los trabajadores, jeje¡¡¡. Para terminar recomiendo mi Libro” Un Sueño para Venezuela”, pero como van las cosas creo que este será para el año 2100, porque la Revolución Bolivariana esta firme,
Atentamente: Gerver Torres.
pedro2_jose@yahoo.com

CUENTOS DE LA CRIPTA II, NARRADOS POR HUMBERTO CALDERON BERTI

Humberto Calderón Berti, ex ministro de Minas, Ex presidente de la PDVSA cuarta republicana empieza a narrar los cuentos, como lo hiciera Gloria Cuenca. En la parte I. Esta es su historia… “ Queridos amiguitos, favor los de piel oscura es decir los negritos se me sientan atrás, quiero ver puro catiritos adelante, recuerden como me reí de Robert Mugabe presidente de Zimbadwe. Bueno les voy a contar una buena historia de terror, Mis años en la industria petrolera, esa época si era buena para llenarse los bolsillos. Primero fue con CAP I, Locoven como lo llamaban dizque nacionalizo la industria, cuando todos nosotros sabíamos que no era así, ya que todo seguía igual. Lo único bueno fue la cantidad de billetes verdes que le dimos a los gringos por indemnización, si hubiéramos esperados unos años mas hasta los equipos y maquinarias nos hubiesen salido gratis. Pero bueno el buen estadista CAP asesorado por mi pana Alberto Quiroz Corradi lo decidió así, de todos modos nosotros los “Meritocratas nos metimos una pelota de real. Por cierto nosotros destruimos aquel crecimiento económico que había experimentado el país desde 1962 hasta 1975, y que con la nacionalización “chucuta” desapareció y empezó la debacle. Yo soy copeyano, y mi amigo Luís Herrera Campins siempre me hizo caso. En nuestra época políticos y empresarios inescrupulosos se convirtieron velozmente en poderoso magnates del sistema capitalista el mejor sistema del mundo. Herrera Campins no lo hizo del todo mal, aparte de comer muchos Toronto y enviar un avión diariamente a traer arepas desde Acarigua para su desayuno. Luís no sabia nada de petróleo y nosotros que si sabemos porque nos entrenaron los gringos éramos su mano derecha en la Industria. Quiroz Corradi, Luís Giusti, Espinaza, Sosa Pietri, y otros sabíamos todos los trucos en la materia. Éramos aliados de las transnacionales y eso nos deparo muchos dividendos. Recuerdo que había un grupo de comunistoides entre ellos; Gastón Parra, Francisco Mieres, Carlos Potella, Maza Zavala, Vallenilla, que nos criticaban duramente y nos llamaban vende patria, y nosotros llenándonos del buen billete jeje¡¡. También recuerdo que mi compadre Edwin Arrieta Valera para entonces ministro de Energía y Minas denomino a la OPEP como el Club de los Pinochos, porque ningún país respetaba la cuota OPEP de producción, nosotros hacia rato que no le parábamos a eso en conveniencia con los gringos. Mi carnal Luís Giusti hizo milagros como presidente de PDVSA, recuerdo que el unifico a las tres filiales Maraven, Lagoven y Corpoven en una sola para que su privatización y posterior venta a los EEUU seria mas fácil. Me acuerdo de las consignas aquellas; “ Maraven al Poder¡, Lagoven al carajo¡, y Corpoven haciendo el trabajo¡”…Nosotros si pusimos a producir esa Gallinita de los Huevos de Oro, como es el petróleo, Recuerden mis amiguitos, que aquí se genero divisas por el orden de 736MMM( miles de Millones) de $ , mas o menos unos 52 planes Marshall, que fue el financiamiento de mas o menos 15 países europeos y con una población de mas de 300 millones después de la segunda guerra mundial. En verdad nosotros éramos un gran equipo, nosotros contribuimos a generar la deuda externa e interna que aun pagamos, Generamos la Inflación que aun estamos padeciendo con un record histórico de 103,4% en 1996. Nosotros los cuarto republicanos fuimos los artífices de mas de 20 años ( 1978-1998) del retroceso económico. Los Libros de Historia nos recordaran de empobrecer y desaparecer a la “clase media” convirtiéndola en “Media Clase”. Nuestro fin era terminar de vender a PDVSA a los Gringos y tener nuestro sueño de ser colonia, pero llego Chávez con su proyecto de País y nos deshizo nuestra esperanza¡. Nosotros queremos volver al poder, para remediar un poco lo que hicimos cuando éramos gobierno, y también reparar la palabra dada a los gringos, de cederle a PDVSA, ya que un pacto entre “Meritocratas” no se puede deshacer así por así. Muchos empresarios y empleados de PDVSA que ya no están allí por la cuestión del paro nos deben mucho¡, con nosotros se llenaron los bolsillos, recuerdo que nos aumentamos los salarios y bonos al estilo gringo, ya que ellos venian de SHELL y copiamos su filosofía de trabajo. Que tiempos aquellos amiguitos¡ que por lo visto no volverán, de todos modos las esperanzas son las ultimas que se pierden auque sea en el 2050¡¡¡… Dios Bendiga a los Catiritos….
Atentamente Humberto Calderón Berti.
pedro2_jose@yahoo.com
http://venezuelaeconomicaypolitica.blogspot.com/

Reflexiones de Atilio Boron sobre el Neoliberalismo

Atilio Borón plantea alternativa al neoliberalismo


"Si en América Latina se hace un reformismo serio, será la base para un proceso revolucionario"

Fernando Arellano Ortizcronicon.net¿Tiene sentido seguir llamando "democracias" a los regímenes oligárquicos de América Latina?, es la pregunta que se hace el sociólogo y científico social argentino Atilio Boron, tras analizar los indicadores de opinión que evidencian un desencanto generalizado por el sistema político en que viven los latinoamericanos. "Si Aristóteles renaciera y visitara nuestros países, ¿qué diría el padre fundador de la ciencia política ante la visión que ofrecen las democracias latinoamericanas? Seguramente diría que estas no son democracias sino oligarquías o plutocracias, porque según su definición, surgida de la observación de la vida política griega hace 2.500 años, la democracia es un régimen en donde las mayorías gobiernan y lo hacen en beneficio de los pobres. Pero en América Latina las llamadas 'democracias' gobiernan en beneficio de los más ricos, y han demostrado, en los últimos 25 años, una escasa o nula sensibilidad ante los reclamos de justicia social. Prueba de ello es que con el paso del tiempo y la institucionalización de la política "democrática" nuestros países lejos de revertir las inequidades prevalecientes acentuaron la injusticia. Y sin justicia social no hay democracia", explica Boron. Para este sesudo analista con una amplia trayectoria académica, "el problema con las llamadas democracias en América Latina es que han sido vaciadas de todo contenido y secuestradas por los mercados, como sostiene el escritor y dramaturgo norteamericano Gore Vidal. Son democracias formales, rituales donde se convoca al pueblo simplemente a participar en unos comicios donde su resultado no tiene ninguna importancia, porque de todas maneras van a gobernar la burguesía y sus aliados, nacionales e internacionales, a través de su control sobre los dispositivos de formación de la opinión pública y sus mecanismos de coerción e imposición. En este sentido, son democracias sin ciudadanos, porque el ciudadano es sujeto de derechos imprescriptibles. Y en América Latina esos derechos (a la salud, la educación, la vivienda digna, la recreación, la previsión social, etcétera) brillan por su ausencia". Ante la crisis política originada en buena medida por la aplicación del modelo neoliberal, Boron es un convencido de que el socialismo no solo es la alternativa sino que sus fundamentos están más vigentes, incluso, que en los tiempos de Marx. A su paso por Bogotá para cumplir compromisos académicos, WWW.CRONICON.NET conversó con él sobre el acontecer sociopolítico de Latinoamérica. Su condición de acucioso investigador social, catedrático universitario y analista de la realidad política de América Latina le permite tener una visión muy certera de los fenómenos sociales que vienen suscitándose en el continente. Ph. D. en Ciencia Política de la Universidad de Harvard, Magister en Ciencia Política de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) de Santiago de Chile, y Licenciado en Sociología con diploma de honor de la Universidad Católica Argentina de Buenos Aires, Boron cuenta además con una amplia experiencia como docente. Desde 1986 está vinculado con la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA), de la cual fue su vicerrector, es investigador principal del Consejo Nacional de Investigación Científica y Tecnológica de Argentina (CONICET). Entre 1997 y 2006 se desempeñó como secretario ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), ha sido profesor visitante de varias universidades del mundo (entre ellas, Columbia, MIT, UCLA) y actualmente se desempeña como director del PLED, el Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales del Centro Cultural de la Cooperación Floreal Gorini. Autor de varios libros, entre los cuales se destaca "Imperio e Imperialismo", que obtuvo en 2004 el Premio honorífico de ensayo Ezequiel Martínez Estrada de Casa de las Américas.REBATIENDO A HARDT Y NEGRI Este libro es un análisis crítico a la obra "Imperio" de Michael Hardt y Antonio Negri. En él, Boron contrariamente a lo que plantean estos autores sostiene que el imperialismo sigue existiendo, "goza de buena salud, ha reforzado sus mecanismos de dominación económica, política, militar y social sobre nuestros pueblos y es necesario tener una interpretación adecuada del mismo para poder librar una batalla con grandes posibilidades de éxito. Mi crítica central al trabajo de Hardt y Negri –explica-, es que ellos producen una visión desfigurada, idealizada del imperialismo convertido en un imperio en donde el papel de los Estados Unidos pasa a ser absolutamente secundario y en donde se supone que la superación de este imperio ficcional, pues no existe en la realidad, va a ser obra de multitudes orgánicas que espontáneamente van a poner fin a su existencia, lo que no tiene ningún asidero en la experiencia práctica de nuestros pueblos". TRÁNSITO HACIA EL POSNEOLIBERALISMO - Usted ha afirmado que Venezuela, Bolivia y Ecuador están buscando su propio camino hacia el "posneoliberalismo". ¿En el contexto latinoamericano, en su concepto, qué es el "posneoliberalismo" de Hugo Chávez, Evo Morales y Rafael Correa? - Denomino posneoliberalismo a una categoría que pretende englobar al conjunto de experiencias que están tratando de abrir un nuevo rumbo, un nuevo camino en la historia de América Latina. No existe un modelo posneoliberal (¡ni tiene por qué haberlo!) porque es un proceso que está en curso, está en construcción con características muy diferentes. Distintas son las iniciativas que está ejecutando Evo Morales en Bolivia, las que ha venido adoptando Chávez en Venezuela, o las que está empezando a implementar Correa en Ecuador. Esas diferencias tienen que ver con las historias y las estructuras sociales y económicas de esos países. Venezuela es un emporio petrolero riquísimo, Bolivia uno de los países más pobres del hemisferio occidental, con una importante diversidad étnica y potencialmente muy rico, Ecuador es un país con una fuerte presencia de poblaciones indígenas que tienen un escaso contacto con la sociedad ecuatoriana como un todo: no son plenamente parte de ellaporque mantienen su propia cultura y sus lenguas originarias. Entonces dadas estas diferencias suponer que puede haber una fórmula única posneoliberal, un "modelo" de igual validez para todos y listo para ser imitado, sería caer en la trampa de un pensamiento antidialéctico y antimarxista por excelencia. La historia demuestra que los procesos revolucionarios son diferentes y por eso se me viene a la mente la frase de Lenin cuando, citando a Goethe, decía que grises son las teorías pero verde es el árbol de la vida. En ese sentido, el árbol de la vida en el posneoliberalismo varía de país en país, tiene que ver con situaciones nacionales sui generis y por eso creo que están empezando a andar por caminos distintos. Hay gente muy entusiasmada afirmando que Chávez ya está construyendo el Socialismo del siglo XXI, pero hay quienes plantean que lo que está ocurriendo en Venezuela es una especie de neodesarrollismo. Yo discrepo con esa interpretación: Chávez cuenta en su habercon la riqueza del petróleo, pero al mismo tiempo tiene que hacerse cargo de una enorme debilidad: en Venezuela no hay una tradición de organización autónoma de clases y capas populares como existe, por ejemplo, en países como Bolivia, Ecuador y Colombia. No es lo mismo tener que montar desde la base un proceso de organización popular que cuando se cuenta con formas ancestrales de organización -como las de las comunidades indígenas y campesinas del mundo andino- cuya "resurrección" o "re-encarnación" política estuvo en la base de las grandes movilizaciones populares escenificadas en Bolivia y Ecuador. Por eso es que los procesos de construcción del posneoliberalismo van a ser muy diferentes. En todo caso, lo más importante es que comienzan a hacer una política distinta, alternativa a la que ha sido hegemónica en América Latina desde hace ya algo más de un cuarto de siglo. - "El modelo neoliberal es incompatible con la democracia" ha señalado usted en forma reiterada... - Sí, porque el mercado es una institución social y económica que tiene una lógica profunda e insanablemente antidemocrática. Es un espacio en el que se compran y venden mercancías. Compra el que tiene dinero y vende el que tiene necesidad. Y la democracia, por el contrario, es un sistema que le confiere a la ciudadanía un conjunto de derechos importantes en materia salud, educación, seguridad social, recreación que deben ser de acceso universal. Es decir, "des-mercantilizados." Mercado y democracia se mueven según lógicas completamente contradictorias. Cuando hay más mercado, hay menos democracia. Más mercado implica, por ejemplo, privatizar todo el sistema educativo y eso significa que menos gente va a acceder a los distintos niveles de formación. Más mercado es convertir, como ha ocurrido en nuestros países, a la salud en mercancía. En la medida que se avanza en la mercantilización, la democracia va vaciándose de todo contenido.

EL NEOLIBERALISMO DISTORSIONÓ LA DEMOCRACIA- ¿Si estos países de Latinoamérica han tenido unas democracias muy débiles, con la adopción en la década de los 90 del neoliberalismo, prácticamente se acabó con lo poco de democracia que había? - Si no las acabó las debilitó. Recordemos lo que pasó en Bolivia, Ecuador y Argentina donde tuvieron que hacer frente a grandes insurrecciones populares, o sea, el neoliberalismo genera condiciones de polarización, de exclusión y tensión social que son absolutamente incompatibles con el funcionamiento de un modelo democrático, por eso las protestas y las dificultades que ha habido en toda América Latina en los últimos tiempos. Es una situación irreconciliable porque el neoliberalismo impone el poder de los más fuertes, el predominio de las grandes empresas, la lógica de los mercados sin ninguna clase de limitación y todo es inviable en un marco democrático. Sólo se puede hacer a costa de debilitar la democracia, de desfigurarla por completo como ocurre hoy en América Latina. Es el neoliberalismo el que ha impedido y ha distorsionado el ejercicio de la democracia en este hemisferio.- ¿Sigue siendo válida la postura radical de James Petras en el sentido de que es necesario seguir desafiando al capitalismo a través de la alianza de las fuerzas antiimperialistas, o ello es utópico? - Ese planteamiento que hace Petras no es utópico. Lo hace mucha gente en América Latina cuando propician la alianza de todos los sectores que están enrolados en el antiimperialismo para precipitar su derrota. Lo que ocurre es que no es tan sencillo formular esas alianzas. Yo creo que a veces Petras tiene un planteo demasiado exigente y que no se compadece con las dificultades objetivas que tienen estos procesos. Por ejemplo, él reclamo de Evo Morales que acelere la revolución, pero eso es más fácil de decir que de hacer. De todas maneras Evo ha ido avanzando de una manera notable, Bolivia no es hoy lo que era hace un año atrás. Hay que comprender que los procesos revolucionarios son, paradójicamente, procesos lentos. Yo creo que el problema que hay con muchos autores es que no conciben a la revolución como un proceso y por lo tanto como un proceso que, en sus comienzos, tiene mucho de reformismo. La revolución cubana no nace de la noche a la mañana, ella se convierte enrevolución socialista después de Playa Girón; y del asalto al Cuartel Moncada en el 53 a Girón transcurren nueve años. ¿Cuándo nace la revolución cubana? ¿Nace el 26 de julio con el Moncada, nace en Girón, nace cuando entra Fidel a La Habana, cuando se toma Santa Clara? No, todas estas fechas son arbitrarias. A veces en la izquierda hay una cierta incapacidad para darse cuenta que la revolución es un proceso y no un acto en el que aparece un líder y un gran movimiento que decreta la revolución. Una revolución es el punto final de un proceso que arranca mucho antes. ¿La revolución francesa empieza el 14 de julio de 1789? No, termina en esa fecha. ¿Cuándo empezó? Mucho antes, con la descomposición del viejo orden medieval que arranca 20 o 25 años atrás. Si uno lee los textos de historia social y política de Francia ya se ve la revolución venir, pero la fecha que la consagra es la del final del proceso. Lo que ocurre es que hay una cierta impaciencia con estos procesos que,por cierto, muchas veces terminan en dolorosas frustraciones. Por eso yo traigo a colación una cita muy linda de Engels que está en muchos trabajos míos cuando prevenía en una carta a Marx sobre el "inconveniente de convertir nuestra impaciencia en un argumento teórico" y eso me parece importante para aquella gente que le pide a Chávez, a Evo y a Correa que concreten ya mismo, sin más dilaciones, el proceso revolucionario. Como si la lucha de clases no existiera, o como si las resistencias de los guardianes del viejo orden se hubieran esfumado por completo.

EL SIGNIFICADO DE LA IZQUIERDA EN AMÉRICA LATINA - Pero usted ha sido un crítico de Lula, de Bachelet, de Tabaré Vázquez al señalar que a ellos no se les puede catalogar de izquierda. Con lo cual volvemos a su respuesta anterior: no es fácil impulsar un proceso cuando ellos dependen de unos congresos y de unos factores de poder controlados por la derecha. ¿Entonces, qué es ser de izquierda hoy en América Latina? - Ser de izquierda hoy en América Latina desde el punto de vista práctico es estar comprometido con la crítica radical al capitalismo y, en la medida de las posibilidades de cada quien, estar involucrado en el desmantelamiento de ese tipo de sociedad. La diferencia que hay entre Evo Morales y Lula es que el mandatario boliviano está sentando las bases de un proceso que tiende a debilitar la presencia del capitalismo en Bolivia, recuperando los hidrocarburos e introduciendo recortes muy significativos a su capacidad de gestión y organización, cosa que no está haciendo el presidente brasileño. Lula, por más que tenga una trayectoria de izquierda y sea un hombre de origen popular, lo cierto es que las políticas que ha puesto en práctica favorecen y profundizan el modelo neoliberal. En cambio Chávez hace todo lo contrario, organizando bases populares, iniciando procesos de reforma agraria y urbana, estableciendo una política muy fuerte de control de cambios. Me podrán decirque no son políticas revolucionarias, bueno, pero cuando Lenin expropia la tierra en Rusia y lo mismo hace Fidel en Cuba, la reforma agraria no es una bandera socialista, es una bandera propia de la revolución democrático-burguesa y eso lo dicen todos los teóricos del marxismo. La idea del reparto de la tierra no equivale a socialismo, simplemente es un punto de ataque a lo que es la estructura y el funcionamiento de la sociedad capitalista. Pero quien haga un reformismo serio, sienta las bases para un proceso revolucionario. Entonces, si la revolución es un proceso, lo que es importante es ver cuál es el rumbo y la orientación que están tomando los diferentes gobiernos de América Latina. Y el rumbo que están tomando Chávez, Evo y Correa es muy diferente al de Lula, Bachelet, Tabaré Vásquez o Kirchner en la Argentina. - ¿Qué representan Néstor Kirchner y su esposa Cristina Fernández en el espectro político argentino? - Kirchner es básicamente un peronista y como tal es una especie de camaleón político que cambia según los tiempos y según el contexto ante el cual habla. Kirchner es un personaje muy interesante, es un hombre que tiene una especie de odio visceral al imperialismo y eso se expresa en los momentos más inoportunos desde el punto de vista de la diplomacia, cuando hay reuniones con Bush o encuentros hemisféricos de presidentes, pero el problema es que es inconsecuente con su discurso porque no practica lo que predica a la hora de fijar las políticas públicas que necesita la Argentina. Desde ese punto de vista, es un personaje altamente contradictorio. Su discurso es muy bueno, pero su política económica es muy ortodoxa. No ha afectado de ninguna manera el funcionamiento del modelo neoliberal; ha introducido algunos retoques marginales, pero no tienen la entidad para decir que estamos en presencia de un modelo alternativo al imperante. Podría afirmar que Kirchner es unaespecie de hipérbole de lo que fue el gobierno del PRI en México. Uno veía lo que eran las declaraciones de los jefes de gobierno del PRI y parecía estar escuchando a Fidel Castro, pero luego la política que hacían era completamente diferente al discurso.

VIGENCIA DEL ESTADO-NACIÓN - La economía global constituye un nuevo sistema de producción y de finanzas que es transnacional. ¿El hecho de que el capitalismo funcione a través de circuitos globales no atenta contra la esencia del Estado-Nación? - Lo debilita claramente, pero la gran discusión que yo tengo con los teóricos del debilitamiento o desaparición del Estado-Nación como Michael Hardt y Tony Negri es que ese no es un fenómeno que asume la misma característica en toda la estructura del sistema económico imperialista. En otras palabras, se puede comprobar el debilitamiento del Estado-Nación en América Latina fundamentalmente en aquellos países que aún permanecen leales al modelo neoliberal pero al mismo tiempo se verifica un fortalecimiento extraordinario en algunas de las potencias metropolitanas, como ocurre con Estados Unidos o con la Unión Europea, que es un súper Estado-Nación, es un Estado multinacional, multicultural, multilingüista, pero un Estado al fin. La Unión Europea es el resultado de un proceso de convergencia, como lo fue el de las 13 colonias inglesas en América del Norte que se multiplicaron hasta llegar a los 50 estados que hoy constituyen los Estados Unidos. Uno de los problemas másgraves con que hoy se enfrenta la construcción de una alternativa socialista es que hay Estados muy débiles en la periferia, penetrados y "jibarizados" por el neoliberalismo y Estados poderosísimos en el centro, donde el neoliberalismo alberga a las palancas centrales de su dominación mundial. Estados Unidos hoy es mucho más fuerte como Estado que hace diez años atrás y Bush ha logrado quebrar algunos de los principios fundamentales de los padres fundadores de esa nación en lo que hace a las libertades fundamentales y a las restricciones que aquellos habían previsto para impedir la injerencia del Estado en la vida privada. A consecuencia de lo anterior el Estado norteamericano dispone de un grado de intromisión e intervención en la vida privada y pública sin precedentes en la historia de los Estados Unidos y que lo asemejan, en algunos de sus rasgos, al modelo de los Estados totalitarios concebidos a partir de las experiencias del nazismo y los fascismos europeos. Sólo,agreguemos, que con un componente tecnológico que torna a su capacidad de control muy superior al de aquellos. Por eso es que cuando Hardt y Negri hablan de que desaparece el Estado-Nación ignoran olímpicamente la desigual trayectoria recorrida por esa institución en el corazón del capitalismo mundial y en las regiones periféricas, con lo cual sus análisis y sus prescripciones se derrumban como un castillo de naipes. - Immanuel Wallerstein sostiene que se está dando una declinación del poder de los Estados Unidos con la aparición sutil de la multipolaridad. ¿Usted comparte esa apreciación de este sociólogo norteamericano? - No mucho, aunque él hace dos o tres años era más taxativo y planteaba la declinación de los Estados Unidos de una manera mucho más terminante. Hoy en día me parece que ha adoptado una actitud más cautelosa. Creo que su tesis en parte es correcta, porque hay una declinación del poderío económico de los Estados Unidos en el marco del capitalismo mundial, lo que lo obliga a tener que convivir con la creciente competencia introducida por la Unión Europea, China y los países asiáticos. Pero digo "en parte" porque la económica es una de las dimensiones del poder internacional y si bien es cierto que en ese terreno se observa la emergencia de un sistema crecientemente multipolar, en otro componente decisivo del mismo, el militar, Estados Unidos se convirtió en el gendarme indiscutido e inapelable del planeta, ya que tiene a su disposición una capacidad de fuego y de combate equivalente si no superior al de todos los demás países juntos. Entonces, a la hora de hablar dedeclinación el aspecto económico no puede llevarnos a subestimar el componente militar, crucial para el sostenimiento del sistema imperialista a escala mundial. Cuando fracasan las "condicionalidades" del FMI o el Banco Mundial es preciso disponer de una fuerza militar disuasiva, capaz de conjurar las amenazas que se ciernen sobre el sistema. Y llegado ese punto el papel de Estados Unidos hoy por hoy es irreemplazable. Además, para nosotros lo que puede ser una declinación global no necesariamente significa que Estados Unidos vaya a dejar de tener una influencia decisiva en América Latina. Es más, muy probablemente mientras más declinen en el escenario global más se aferrarán a América Latina como salvaguarda final de sus prerrogativas y privilegios. - ¿Esa es la razón por la que el Partido Republicano presiona porque haya tratados de libre comercio con los países latinoamericanos? - Exactamente, porque a ellos les interesa asegurar esta área como una periferia integrada no sólo comercial y políticamente sino también desde el punto de vista jurídico, y a la cual puedan exigirle obediencia y respeto a los acuerdos y tratados internacionales oportunamente firmados. En caso de negarse a "respetar la legislación internacional" se abriría la puerta a intervenciones militares justificadas por la violación del derecho internacional, lo cual configura un escenario mucho más propicio que el de antaño, cuando era pura fuerza. Creo que con estas medidas la dirigencia de Estados Unidos está preparándose para enfrentar la configuración de un escenario en donde la lenta declinación de su hegemonía imperial los enfrente a una América Latina totalmente controlada y maniatada por una multiplicidad de lazos, incluyendo el jurídico. PERIODO POSDEMOCRÁTICO - ¿Por qué usted afirma que estamos viviendo una época posdemocrática?- Porque coincido mucho con el análisis que hizo el experto británico Colin Crouch en un libro muy persuasivo que se llama "Posdemocracia", en donde este autor sin ser un pensador marxista como yo llega a conclusiones completamente convergentes con las mías. Su diagnóstico podría sintetizarse así: la "era de la democracia" llegó a su fin en los países desarrollados. Fue un momento en la historia del desarrollo capitalista que ya cumplió su ciclo dado que las fuerzas del mercado y las grandes empresas adquirieron una preponderancia extraordinaria desvirtuando por completo el proceso democrático. Por otro lado, el público se ha ido alejando de la vida política en la medida en que las políticas de los gobiernos democráticos no respondían a sus necesidades. Además, el avance ideológico del neoliberalismo impuso una cultura de la privatización y el individualismo que ha erosionado irreparablemente la soberanía popular, base de cualquier ordenamiento democrático. Hoy esasoberanía reside en los grandes actores económicos, sobre todo las transnacionales, y no en la ciudadanía. Todavía quedan, como testigos de aquellas épocas, algunas libertades públicas muy importantes, pero definitivamente se vive en una era "pos-democrática." Y si esto es así para los capitalismos desarrollados, fácil es imaginar la debilidad de nuestras (mal llamadas) democracias latinoamericanas, que jamás llegaron a tener el desarrollo de sus contrapartes europeas.

COLOMBIA Y SU SISTEMA POLÍTICO DECIMONÓNICO - En América Latina dos países como Colombia y México son los más firmes socios políticos de Washington. ¿Cómo percibe la realidad colombiana? - Me sorprende la enorme vitalidad que tiene la sociedad civil en Colombia, en el mundo urbano, porque desconozco su realidad rural. De todos modos, este es un país eminentemente urbano. Me parece que hay una sociedad civil muy vibrante, muy activa que sin embargo no encuentra canales de expresión en un sistema partidario que es absolutamente anacrónico y que pertenece al siglo XIX. Es uno de los poquísimos países en donde todavía sigue habiendo un bipartidismo liberal-conservador, que se remonta a la segunda mitad decimonónica. Lo que pasa es que las condiciones para la emergencia de un nuevo sistema requieren la aparición de una izquierda unida muy fuerte, que en Colombia se ha visto demorada por las condiciones peculiares que ha tenido la lucha de clases en este país, la feroz represión de que fueran objeto quienes lo intentaron en el pasado (recordar la experiencia de la Unión Patriótica, ahogada en un baño de sangre) y la persistencia de una guerrilla que no intentatomar el poder (porque me parece que no lo tiene como proyecto en este momento) sino estabilizarse como un factor de presión permanente, cosa que dificulta enormemente que la izquierda no armada pueda constituirse como una alternativa real de poder y, además, sea así visualizada por la ciudadanía colombiana. Creo que ahí esta el quid de la cuestión que provoca la parálisis política de este país y explica la supervivencia del bipartidismo decimonónico. - Si bien su análisis es válido, en Colombia ha irrumpido con fuerza un proyecto de izquierda como el Polo Democrático Alternativo que congrega a todos los sectores progresistas y democráticos del país. ¿Cómo observa el avance que está teniendo este partido de izquierda? - La aparición del Polo Democrático me parece un avance enorme, pero es un fenómeno muy reciente. Yo creo que si no hubiera una guerrilla que arroje sombras sobre la confiabilidad política del Polo y complique el diseño de su estrategia y su táctica para conquistar las grandes mayorías de Colombia, las perspectivas de su consolidación serían mucho más promisorias. El problema es que la guerrilla, sobre cuya legitimidad original no tengo duda alguna, es un factor que hoy le brinda un magnífico pretexto a los sectores de derecha para descalificar cualquier propuesta de la izquierda. Esto la obliga a un muy difícil equilibrio, sobre todo en el contexto de la violencia que impera en Colombia: por una parte, a tomar distancia del grupo insurgente, cuyos objetivos y estrategia de lucha no comparte; por la otra, a rechazar el argumento de la derecha que equipara la guerrilla al bandolerismo rural, y afirmar, en cambio, la necesidad de una comprensión de las razones de fondo quedieron origen a la insurgencia guerrillera. Esto es, denunciar que su génesis encuentra su plena justificación en el anacronismo y el inmovilismo resultantes de las políticas del Frente Nacional y que la persistencia de la lucha armada en Colombia es el reverso de la medalla del fracaso de la democracia en este país.

LA VIGENCIA DE MARX - Según usted, el mundo hoy es mucho más marxista que el que existía en los tiempos de Marx. Por lo tanto, ¿El Manifiesto Comunista y el marxismo siguen teniendo vigencia? - Mucho más vigencia que antes, porque como pregunto en el primer capítulo de mi libro "Tras el búho de Minerva" en el que hago un análisis del Manifiesto Comunista, ¿cómo se imaginaban el mundo Marx, Engels, sus compañeros y los liberales a mediados del siglo XIX? Los liberales en esa época pronosticaban un mundo en donde la riqueza generada por el capitalismo iría a ser distribuida más o menos armoniosamente entre todas las naciones y, dentro de cada una de ellas, entre todas las clases sociales. Marx y Engels, en cambio, plantean en el Manifiesto que la dinámica del capitalismo inexorablemente conduce a la polarización económica y social tanto en lo nacional como en lo internacional. Hoy en día la evidencia empírica, histórica, cuantitativa y cualitativa, demuestra que el mundo actual se adecua perfectamente bien a las especificaciones y previsiones históricas de Marx y no tiene nada que ver, en cambio, con las predicciones que hacían autores contemporáneos suyos sobreel futuro de lo que llamaban la "sociedad industrial" y que creían que iba a ser una sociedad de clases medias en donde los sectores trabajadores estarían muy bien remunerados y las desigualdades de clase iban a desaparecer. ¿Pero qué ha pasado? Exactamente lo contrario, por eso (y no sólo por eso) el Manifiesto es hoy más vigente que hace 150 años atrás. - ¿Usted, entonces, es optimista?- Yo sí soy optimista, porque todas estas contradicciones en que se debate el capitalismo van lentamente abriendo una puerta para nuevos desarrollos sociales y políticos. Pensemos que hace apenas diez años Cuba estaba aislada y hoy ya no lo está; nadie hablaba de socialismo y hoy tenemos a Chávez, y detrás de él a muchos más hablando de socialismo. El imperialismo, por su parte, no sabe cómo detener la marea ascendente de las resistencias a su dominación: pueblos enteros que se movilizan y recuperan su autodeterminación como en Bolivia y Ecuador; y en parte con los Zapatistas en México. Otros pueblos que haciendo lo mismo fueron traicionados por sus dirigencias, porque lo que querían en Brasil no es lo que está haciendo Lula. A Lula lo votaron para hacer una cosa y está haciendo otra; lo que querían en Argentina no es lo que está haciendo Kirchner; lo que querían en Uruguay no es lo que está haciendo Tabaré. O sea que ha habido un cambio muy notable y mi esperanza es queen los próximos años los pueblos latinoamericanos logren o bien conquistar el poder o, en su defecto, forzar a sus gobiernos a ejecutar las políticas "posneoliberales" para las cuales fueron elegidos. www.rebelion.orgHilda Venegas Negrete Abogada Penalista Perito Criminalista. http://mujeresporlademocracia.blogspot.com http://abogadaperitocriminal.spaces.live.com/ http://revoluciones mx.blogspot. com http://conocelosynolosolvides.blogspot.comhttp://buscayunquetos.blogspot.com http://resistencia-americana.blogspot.com/http://coordinadoratrabdefensaissste.blogspot.com/

jueves, 2 de agosto de 2007

Los Cuentos de la Cripta Parte 1

Los Cuentos de la Cripta I¡¡, Narrados por la Abuelita Gloria Cuenca¡¡. Texto: Pedro Patiño

Red Bolivariana


Estas Historias narradas por la impoluta y ex comunista Profesora Gloria Cuenca no son aptas para Chavistas rojos rojitos, nos relata la Abuelita Cuenca sus vivencias en la Feliz IV Republica y sus desmadres en la horrorosa y terrorífica V Republica…. Este es su relato…… “ Hola amiguitos, mi Nombre es Gloria Cuenca, soy Profesora, y les voy a contar mis vivencias cuando construimos entre todos la democracia en Venezuela, y en la segunda parte les hablare de la siniestra V Republica sistema totalitario, autoritario que esta acabando con todo vestigio de la verdadera democracia que yo y la sociedad civil construimos con mucho esfuerzo. Aunque inicialmente fui contaminada con ese virus del Socialismo, inclusive participe en las luchas esas que llaman reivindicativas, milite en eso que llaman Partido Comunista de Venezuela, un partido que se encarga de sabotear a los patronos, y trata de que estos no logren las máximas ganancias en sus empresas. Había se visto tanta locura socialista, menos mal que yo madure y me di cuenta que el Capitalismo es el mejor sistema, sin importar a quien te llevas por delante, JaJa, Ug, Ug¡¡. Voy a comenzar relatando rápidamente sobre nuestros padres democráticos, verdaderos estadistas en la política. Nuestro principal líder es Rómulo Betancourt, fue presidente de la Republica en varias ocasiones, primero cuando dio un legitimo golpe al General Populista Medina Angarita, Luego por voto popular, y también durante la presidencia de Raúl Leoni, ya quien gobernaba era Don Rómulo. Es decir nuestro Padre de la Democracia gobernó como por 20 años a Venezuela. Don Rómulo engaveto todos los proyectos que podían beneficiar a miles de venezolanos, El Ferrocarril, El Gas, La Lucha contra el Latifundio, etc., Nada de eso, Mi Padrecito Rómulo prefirió como buen estadista, Pactar con las Transnacionales de Vehículos ( Ford, General Motors, Crysler..) para que vinieran a invertir aquí y fabricaran carros lujosos para la clase media alta y alta, mientras contrataban trabajadores con escasos salarios y en jornadas de trabajo doble sin beneficios contractuales. Nuestro magnánimo Padre de la Democracia también formulo una Reforma Agraria para acabar con los campesinos, y dar a los capitalistas grandes extensiones de terrenos para que vacacionaran. No hay que olvidar que así nuestro amigo EEUU nos enviarían alimentos y muchos libros para nuestros alumnos que harían que se olvidaran de esas ideas comunistoides. Por cierto Rómulo guerreo como un verdadero varón contra el castro-comunismo, y lanzo a muchos de ellos desde helicópteros, para causar terror en las filas de la guerrilla. Después vino Leoni, pero quien mandaba era Rómulo, y todo continuo igual, reforzando la verdadera democracia. Don Rafael Caldera continuo con la entrega de la nación a los interese extranjeros, debemos saber que esto se realizo sin esas vainas que llaman referéndum consultivos. Un Ejemplo de esto es la Firma del Protocolo de Puerto España por el Territorio en 1968, firma que cedió parte de nuestra soberanía, por ello Don Caldera es uno de los mas grandes demócratas que haya parido esta patria¡¡. No podemos olvidar el cierre de la Universidad Central, y la eliminación de las Escuelas Técnicas, para acabar con ese antro de subversión comunista. Pero donde la inteligencia de Don Rafael se puso en evidencia fue en la pacificación de un grupúsculo de guerrilleros que después se convirtieron en su aliado como lo fue Petkoff, Márquez, estos sin eran verdaderos revolucionarios, y al final fundaron un tremendo partido denominado el MAS. A Caldera le siguió unos de los grandes estadistas mundiales el celebre Carlos Andrés Pérez. Este gobierno fue realmente extraordinario, Nacionalizo el Petróleo, pagándole una indemnización de miles de millones de dólares a las empresas extranjeras, aun cuando si hubiésemos esperado unos años no se habría pagado absolutamente nada. Carlos Andrés si era un demócrata, le regalo un barco a Bolivia aunque este país no tiene salida al Mar, también apoyo al gobierno del Dictador Galtieri en la Guerra de Las Malvinas, envió dinero a la Violeta Chamorro en nicaragua, ayudo a las FARC y al ELN de Colombia. Carlos Andrés era tan grande que hasta mago era, Con una bonanza petrolera nunca antes vista el país se endeudo y dejo un mono de mas de 40MMM $ que aun estamos pagando. En lo personal Carlos Andrés fue el que implanto el “Barraganato”, y por Miraflores se ejecuto mucho de aquello que se llamo “Operación Colchón”, como ven mis amiguitos Pérez eran un gran estadista político. Luego Vino Luís Herrera Campins, que es el único presidente que ha subido de peso ejerciendo la primera magistratura. Nuestro gran Luís Herrera fue el responsable de aquel magistral día que se llamo “Viernes Negro” 18 Febrero 1983. Donde empezó nuestro gran mal devaluacionista e inflacionario, Luís Herrera es el Padre de la Devaluación e Inflación desde 1983 a 1989 la inflación acumulada fue de 520 % que tal mis queridos alumnos, en verdad fue un gran presidente, y muy bien asesorado por nuestros sesudos economistas. Luego vino Lusinchi, un extraordinario jefe de estado. Siguió con las políticas devaluacionista, e invento un sistema novedoso contra la fuga de capitales que se llamo RECADI¡¡ Los desgraciados comunistas e izquierdistas dicen y que RECADI fue un antro de corrupción, mentira allí solo se beneficiaron 26.000 empresas muchas de ellas de maletín y unos 200.000 industriales, solo eso, y para que vean lo bueno que era la IV Republica hubo un preso el “Chino” HO FUK WING, para que vean que la justicia en la IV Republica si era buena y se aplicaba. La IV Republica era muy buena, fíjense se gastaron desde 1959 hasta 1998 la bicoca de 442 MMM de $ esto representa mas o menos 31 veces Planes Marshall que fue el dinero que financio a Europa después de la Segunda Guerra Mundial y para unos 300 millones de Habitantes.

Como ven mis queridos alumnos, la IV Republica era una panacea de buenos presidentes, economistas y planificadores, En verdad estoy muy emocionada, por estos recuerdos que traen nostalgia, y quisiera volver a vivirlos. Sobre la V Republica Uds. la están viviendo, saquen sus propias conclusiones queridos alumnos””….. Dios Los Bendiga…… Atentamente Gloria Cuenca.

NO VOLVERAN¡¡¡¡
Pedro Patiño

jueves, 26 de julio de 2007

Marx & Engels (1848): Manifiesto del Partido Comunista

Manifiesto del Partido Comunista
(1848)
Digitalizado para el Marx-Engels Internet Archive por José F. Polanco en 1998. Retranscrito para el Marxists Internet Archive por Juan R. Fajardo en 1999.


PRÓLOGOS DE MARX Y ENGELS A VARIAS EDICIONES DEL MANIFIESTO

1PRÓLOGO DE MARX Y ENGELS A LA EDICIÓN ALEMANA DE 1872 La Liga Comunista, una organización obrera internacional, que en las circunstancias de la época -huelga decirlo- sólo podía ser secreta, encargó a los abajo firmantes, en el congreso celebrado en Londres en noviembre de 1847, la redacción de un detallado programa teórico y práctico, destinado a la publicidad, que sirviese de programa del partido. Así nació el Manifiesto, que se reproduce a continuación y cuyo original se remitió a Londres para ser impreso pocas semanas antes de estallar la revolución de febrero. Publicado primeramente en alemán, ha sido reeditado doce veces por los menos en ese idioma en Alemania, Inglaterra y Norteamérica. La edición inglesa no vio la luz hasta 1850, y se publicó en el Red Republican de Londres, traducido por miss Elena Macfarlane, y en 1871 se editaron en Norteamérica no menos de tres traducciones distintas. La versión francesa apareció por vez primera en París poco antes de la insurrección de junio de 1848; últimamente ha vuelto a publicarse en Le Socialiste de Nueva York, y se prepara una nueva traducción. La versión polaca apareció en Londres poco después de la primera edición alemana. La traducción rusa vio la luz en Ginebra en el año sesenta y tantos. Al danés se tradujo a poco de publicarse. Por mucho que durante los últimos veinticinco años hayan cambiado las circunstancias, los principios generales desarrollados en este Manifiesto siguen siendo substancialmente exactos. Sólo tendría que retocarse algún que otro detalle. Ya el propio Manifiesto advierte que la aplicación práctica de estos principios dependerá en todas partes y en todo tiempo de las circunstancias históricas existentes, razón por la que no se hace especial hincapié en las medidas revolucionarias propuestas al final del capítulo II. Si tuviésemos que formularlo hoy, este pasaje presentaría un tenor distinto en muchos respectos. Este programa ha quedado a trozos anticuado por efecto del inmenso desarrollo experimentado por la gran industria en los últimos veinticinco años, con los consiguientes progresos ocurridos en cuanto a la organización política de la clase obrera, y por el efecto de las experiencias prácticas de la revolución de febrero en primer término, y sobre todo de la Comuna de París, donde el proletariado, por vez primera, tuvo el Poder político en sus manos por espacio de dos meses. La comuna ha demostrado, principalmente, que “la clase obrera no puede limitarse a tomar posesión de la máquina del Estado en bloque, poniéndola en marcha para sus propios fines”. (V. La guerra civil en Francia, alocución del Consejo general de la Asociación Obrera Internacional, edición alemana, pág. 51, donde se desarrolla ampliamente esta idea) . Huelga, asimismo, decir que la crítica de la literatura socialista presenta hoy lagunas, ya que sólo llega hasta 1847, y, finalmente, que las indicaciones que se hacen acerca de la actitud de los comunistas para con los diversos partidos de la oposición (capítulo IV), aunque sigan siendo exactas en sus líneas generales, están también anticuadas en lo que toca al detalle, por la sencilla razón de que la situación política ha cambiado radicalmente y el progreso histórico ha venido a eliminar del mundo a la mayoría de los partidos enumerados. Sin embargo, el Manifiesto es un documento histórico, que nosotros no nos creemos ya autorizados a modificar. Tal vez una edición posterior aparezca precedida de una introducción que abarque el período que va desde 1847 hasta los tiempos actuales; la presente reimpresión nos ha sorprendido sin dejarnos tiempo para eso. Londres, 24 de junio de 1872. K. MARX. F. ENGELS.
2PROLOGO DE ENGELS A LA EDICION ALEMANA DE 1883
Desgraciadamente, al pie de este prólogo a la nueva edición del Manifiesto ya sólo aparecerá mi firma. Marx, ese hombre a quien la clase obrera toda de Europa y América debe más que a hombre alguno, descansa en el cementerio de Highgate, y sobre su tumba crece ya la primera hierba. Muerto él, sería doblemente absurdo pensar en revisar ni en ampliar el Manifiesto. En cambio, me creo obligado, ahora más que nunca, a consignar aquí, una vez más, para que quede bien patente, la siguiente afirmación: La idea central que inspira todo el Manifiesto, a saber: que el régimen económico de la producción y la estructuración social que de él se deriva necesariamente en cada época histórica constituye la base sobre la cual se asienta la historia política e intelectual de esa época, y que, por tanto, toda la historia de la sociedad -una vez disuelto el primitivo régimen de comunidad del suelo- es una historia de luchas de clases, de luchas entre clases explotadoras y explotadas, dominantes y dominadas, a tono con las diferentes fases del proceso social, hasta llegar a la fase presente, en que la clase explotada y oprimida -el proletariado- no puede ya emanciparse de la clase que la explota y la oprime -de la burguesía- sin emancipar para siempre a la sociedad entera de la opresión, la explotación y las luchas de clases; esta idea cardinal fue fruto personal y exclusivo de Marx . Y aunque ya no es la primera vez que lo hago constar, me ha parecido oportuno dejarlo estampado aquí, a la cabeza del Manifiesto. Londres, 28 junio 1883. F. ENGELS.
3PRÓLOGO DE ENGELS A LA EDICIÓN ALEMANA DE 1890
Ve la luz una nueva edición alemana del Manifiesto cuando han ocurrido desde la última diversos sucesos relacionados con este documento que merecen ser mencionados aquí. En 1882 se publicó en Ginebra una segunda traducción rusa, de Vera Sasulich , precedida de un prologo de Marx y mío. Desgraciadamente, se me ha extraviado el original alemán de este prólogo y no tengo más remedio que volver a traducirlo del ruso, con lo que el lector no saldrá ganando nada. El prólogo dice así: “La primera edición rusa del Manifiesto del Partido Comunista, traducido por Bakunin, vio la luz poco después de 1860 en la imprenta del Kolokol. En los tiempos que corrían, esta publicación no podía tener para Rusia, a lo sumo, más que un puro valor literario de curiosidad. Hoy las cosas han cambiado. El último capítulo del Manifiesto, titulado “Actitud de los comunistas ante los otros partidos de la oposición”, demuestra mejor que nada lo limitada que era la zona en que, al ver la luz por vez primera este documento (enero de 1848), tenía que actuar el movimiento proletario. En esa zona faltaban, principalmente, dos países: Rusia y los Estados Unidos. Era la época en que Rusia constituía la última reserva magna de la reacción europea y en que la emigración a los Estados Unidos absorbía las energías sobrantes del proletariado de Europa. Ambos países proveían a Europa de primeras materias, a la par que le brindaban mercados para sus productos industriales. Ambos venían a ser, pues, bajo uno u otro aspecto, pilares del orden social europeo. Hoy las cosas han cambiado radicalmente. La emigración europea sirvió precisamente para imprimir ese gigantesco desarrollo a la agricultura norteamericana, cuya concurrencia está minando los cimientos de la grande y la pequeña propiedad inmueble de Europa. Además, ha permitido a los Estados Unidos entregarse a la explotación de sus copiosas fuentes industriales con tal energía y en proporciones tales, que dentro de poco echará por tierra el monopolio industrial de que hoy disfruta la Europa occidental. Estas dos circunstancias repercuten a su vez revolucionariamente sobre la propia América. La pequeña y mediana propiedad del granjero que trabaja su propia tierra sucumbe progresivamente ante la concurrencia de las grandes explotaciones, a la par que en las regiones industriales empieza a formarse un copioso proletariado y una fabulosa concentración de capitales. Pasemos ahora a Rusia. Durante la sacudida revolucionaria de los años 48 y 49, los monarcas europeos, y no sólo los monarcas, sino también los burgueses, aterrados ante el empuje del proletariado, que empezaba a, cobrar por aquel entonces conciencia de su fuerza, cifraban en la intervención rusa todas sus esperanzas. El zar fue proclamado cabeza de la reacción europea. Hoy, este mismo zar se ve apresado en Gatchina como rehén de la revolución y Rusia forma la avanzada del movimiento revolucionario de Europa. El Manifiesto Comunista se proponía por misión proclamar la desaparición inminente e inevitable de la propiedad burguesa en su estado actual. Pero en Rusia nos encontramos con que, coincidiendo con el orden capitalista en febril desarrollo y la propiedad burguesa del suelo que empieza a formarse, más de la mitad de la tierra es propiedad común de los campesinos. Ahora bien -nos preguntamos-, ¿puede este régimen comunal del concejo ruso, que es ya, sin duda, una degeneración del régimen de comunidad primitiva de la tierra, trocarse directamente en una forma más alta de comunismo del suelo, o tendrá que pasar necesariamente por el mismo proceso previo de descomposición que nos revela la historia del occidente de Europa? La única contestación que, hoy por hoy, cabe dar a esa pregunta, es la siguiente: Si la revolución rusa es la señal para la revolución obrera de Occidente y ambas se completan formando una unidad, podría ocurrir que ese régimen comunal ruso fuese el punto de partida para la implantación de una nueva forma comunista de la tierra. Londres, 21 enero 1882.” Por aquellos mismos días, se publicó en Ginebra una nueva traducción polaca con este título: Manifest Kommunistyczny. Asimismo, ha aparecido una nueva traducción danesa, en la “Socialdemokratisk Bibliothek, Köjbenhavn 1885”. Es de lamentar que esta traducción sea incompleta; el traductor se saltó, por lo visto, aquellos pasajes, importantes muchos de ellos, que le parecieron difíciles; además, la versión adolece de precipitaciones en una serie de lugares, y es una lástima, pues se ve que, con un poco más de cuidado, su autor habría realizado un trabajo excelente. En 1886 apareció en Le Socialiste de París una nueva traducción francesa, la mejor de cuantas han visto la luz hasta ahora . Sobre ella se hizo en el mismo año una versión española, publicada primero en El Socialista de Madrid y luego, en tirada aparte, con este título: Manifiesto del Partido Comunista, por Carlos Marx y F. Engels (Madrid, Administración de El Socialista, Hernán Cortés, 8). Como detalle curioso contaré que en 1887 fue ofrecido a un editor de Constantinopla el original de una traducción armenia; pero el buen editor no se atrevió a lanzar un folleto con el nombre de Marx a la cabeza y propuso al traductor publicarlo como obra original suya, a lo que éste se negó. Después de haberse reimpreso repetidas veces varias traducciones norteamericanas más o menos incorrectas, al fin, en 1888, apareció en Inglaterra la primera versión auténtica, hecha por mi amigo Samuel Moore y revisada por él y por mí antes de darla a las prensas. He aquí el título: Manifesto of the Communist Party, by Karl Marx and Frederick Engels. Authorised English Translation, edited and annotated by Frederíck Engels. 1888. London, William Reeves, 185 Flett St. E. C. Algunas de las notas de esta edición acompañan a la presente. El Manifiesto ha tenido sus vicisitudes. Calurosamente acogido a su aparición por la vanguardia, entonces poco numerosa, del socialismo científico -como lo demuestran las diversas traducciones mencionadas en el primer prólogo-, no tardó en pasar a segundo plano, arrinconado por la reacción que se inicia con la derrota de los obreros parisienses en junio de 1848 y anatematizado, por último, con el anatema de la justicia al ser condenados los comunistas por el tribunal de Colonia en noviembre de 1852. Al abandonar la escena Pública, el movimiento obrero que la revolución de febrero había iniciado, queda también envuelto en la penumbra el Manifiesto. Cuando la clase obrera europea volvió a sentirse lo bastante fuerte para lanzarse de nuevo al asalto contra las clases gobernantes, nació la Asociación Obrera Internacional. El fin de esta organización era fundir todas las masas obreras militantes de Europa y América en un gran cuerpo de ejército. Por eso, este movimiento no podía arrancar de los principios sentados en el Manifiesto. No había más remedio que darle un programa que no cerrase el paso a las tradeuniones inglesas, a los proudhonianos franceses, belgas, italianos y españoles ni a los partidarios de Lassalle en Alemania . Este programa con las normas directivas para los estatutos de la Internacional, fue redactado por Marx con una maestría que hasta el propio Bakunin y los anarquistas hubieron de reconocer. En cuanto al triunfo final de las tesis del Manifiesto, Marx ponía toda su confianza en el desarrollo intelectual de la clase obrera, fruto obligado de la acción conjunta y de la discusión. Los sucesos y vicisitudes de la lucha contra el capital, y más aún las derrotas que las victorias, no podían menos de revelar al proletariado militante, en toda su desnudez, la insuficiencia de los remedios milagreros que venían empleando e infundir a sus cabezas una mayor claridad de visión para penetrar en las verdaderas condiciones que habían de presidir la emancipación obrera. Marx no se equivocaba. Cuando en 1874 se disolvió la Internacional, la clase obrera difería radicalmente de aquella con que se encontrara al fundarse en 1864. En los países latinos, el proudhonianismo agonizaba, como en Alemania lo que había de específico en el partido de Lassalle, y hasta las mismas tradeuniones inglesas, conservadoras hasta la médula, cambiaban de espíritu, permitiendo al presidente de su congreso, celebrado en Swansea en 1887, decir en nombre suyo: “El socialismo continental ya no nos asusta”. Y en 1887 el socialismo continental se cifraba casi en los principios proclamados por el Manifiesto. La historia de este documento refleja, pues, hasta cierto punto, la historia moderna del movimiento obrero desde 1848. En la actualidad es indudablemente el documento más extendido e internacional de toda la literatura socialista del mundo, el programa que une a muchos millones de trabajadores de todos los países, desde Siberia hasta California. Y, sin embargo, cuando este Manifiesto vio la luz, no pudimos bautizarlo de Manifiesto socialista. En 1847, el concepto de “socialista” abarcaba dos categorías de personas. Unas eran las que abrazaban diversos sistemas utópicos, y entre ellas se destacaban los owenistas en Inglaterra, y en Francia los fourieristas, que poco a poco habían ido quedando reducidos a dos sectas agonizantes. En la otra formaban los charlatanes sociales de toda laya, los que aspiraban a remediar las injusticias de la sociedad con sus potingues mágicos y con toda serie de remiendos, sin tocar en lo más mínimo, claro está, al capital ni a la ganancia. Gentes unas y otras ajenas al movimiento obrero, que iban a buscar apoyo para sus teorías a las clases “cultas”. El sector obrero que, convencido de la insuficiencia y superficialidad de las meras conmociones políticas, reclamaba una radical transformación de la sociedad, se apellidaba comunista. Era un comunismo toscamente delineado, instintivo, vago, pero lo bastante pujante para engendrar dos sistemas utópicos: el del “ícaro” Cabet en Francia y el de Weitling en Alemania. En 1847, el “socialismo” designaba un movimiento burgués, el “comunismo” un movimiento obrero. El socialismo era, a lo menos en el continente, una doctrina presentable en los salones; el comunismo, todo lo contrario. Y como en nosotros era ya entonces firme la convicción de que “la emancipación de los trabajadores sólo podía ser obra de la propia clase obrera”, no podíamos dudar en la elección de título. Más tarde no se nos pasó nunca por las mentes tampoco modificarlo. “¡Proletarios de todos los países, uníos!” Cuando hace cuarenta y dos años lanzamos al mundo estas palabras, en vísperas de la primera revolución de París, en que el proletariado levantó ya sus propias reivindicaciones, fueron muy pocas las voces que contestaron. Pero el 28 de septiembre de 1864, los representantes proletarios de la mayoría de los países del occidente de Europa se reunían para formar la Asociación Obrera Internacional, de tan glorioso recuerdo. Y aunque la Internacional sólo tuviese nueve años de vida, el lazo perenne de unión entre los proletarios de todos los países sigue viviendo con más fuerza que nunca; así lo atestigua, con testimonio irrefutable, el día de hoy. Hoy, primero de Mayo, el proletariado europeo y americano pasa revista por vez primera a sus contingentes puestos en pie de guerra como un ejército único, unido bajo una sola bandera y concentrado en un objetivo: la jornada normal de ocho horas, que ya proclamara la Internacional en el congreso de Ginebra en 1889, y que es menester elevar a ley. El espectáculo del día de hoy abrirá los ojos a los capitalistas y a los grandes terratenientes de todos los países y les hará ver que la unión de los proletarios del mundo es ya un hecho. ¡Ya Marx no vive, para verlo, a mi lado! Londres, 1 de mayo de 1890. F. ENGELS.
4PRÓLOGO DE ENGELS A LA EDICIÓN POLACA DE 1892
La necesidad de reeditar la versión polaca del Manifiesto Comunista, requiere un comentario. Ante todo, el Manifiesto ha resultado ser, como se proponía, un medio para poner de relieve el desarrollo de la gran industria en Europa. Cuando en un país, cualquiera que él sea, se desarrolla la gran industria brota al mismo tiempo entre los obreros industriales el deseo de explicarse sus relaciones como clase, como la clase de los que viven del trabajo, con la clase de los que viven de la propiedad. En estas circunstancias, las ideas socialistas se extienden entre los trabajadores y crece la demanda del Manifiesto Comunista. En este sentido, el número de ejemplares del Manifiesto que circulan en un idioma dado nos permite apreciar bastante aproximadamente no sólo las condiciones del movimiento obrero de clase en ese país, sino también el grado de desarrollo alcanzado en él por la gran industria. La necesidad de hacer una nueva edición en lengua polaca acusa, por tanto, el continuo proceso de expansión de la industria en Polonia. No puede caber duda acerca de la importancia de este proceso en el transcurso de los diez años que han mediado desde la aparición de la edición anterior. Polonia se ha convertido en una región industrial en gran escala bajo la égida del Estado ruso. Mientras que en la Rusia propiamente dicha la gran industria sólo se ha ido manifestando esporádicamente (en las costas del golfo de Finlandia, en las provincias centrales de Moscú y Vladimiro, a lo largo de las costas del mar Negro y del mar de Azov), la industria polaca se ha concentrado dentro de los confines de un área limitada, experimentando a la par las ventajas y los inconvenientes de su situación. Estas ventajas no pasan inadvertidas para los fabricantes rusos; por eso alzan el grito pidiendo aranceles protectores contra las mercancías polacas, a despecho de su ardiente anhelo de rusificación de Polonia. Los inconvenientes (que tocan por igual los industriales polacos y el Gobierno ruso) consisten en la rápida difusión de las ideas socialistas entre los obreros polacos y en una demanda sin precedente del Manifiesto Comunista. El rápido desarrollo de la industria polaca (que deja atrás con mucho a la de Rusia) es una clara prueba de las energías vitales inextinguibles del pueblo polaco y una nueva garantía de su futuro renacimiento. La creación de una Polonia fuerte e independiente no interesa sólo al pueblo polaco, sino a todos y cada uno de nosotros. Sólo podrá establecerse una estrecha colaboración entre los obreros todos de Europa si en cada país el pueblo es dueño dentro de su propia casa. Las revoluciones de 1848 que, aunque reñidas bajo la bandera del proletariado, solamente llevaron a los obreros a la lucha para sacar las castañas del fuego a la burguesía, acabaron por imponer, tomando por instrumento a Napoleón y a Bismarck (a los enemigos de la revolución), la independencia de Italia, Alemania y Hungría. En cambio, a Polonia, que en 1791 hizo por la causa revolucionaria más que estos tres países juntos, se la dejó sola cuando en 1863 tuvo que enfrentarse con el poder diez veces más fuerte de Rusia. La nobleza polaca ha sido incapaz para mantener, y lo será también para restaurar, la independencia de Polonia. La burguesía va sintiéndose cada vez menos interesada en este asunto. La independencia polaca sólo podrá ser conquistada por el proletariado joven, en cuyas manos está la realización de esa esperanza. He ahí por qué los obreros del occidente de Europa no están menos interesados en la liberación de Polonia que los obreros polacos mismos. Londres, 10 de febrero 1892. F. ENGELS
5PRÓLOGO DE ENGELS A LAEDICIÓN ITALIANA DE 1893
La publicación del Manifiesto del Partido Comunista coincidió (si puedo expresarme así), con el momento en que estallaban las revoluciones de Milán y de Berlín, dos revoluciones que eran el alzamiento de dos pueblos: uno enclavado en el corazón del continente europeo y el otro tendido en las costas del mar Mediterráneo. Hasta ese momento, estos dos pueblos, desgarrados por luchas intestinas y guerras civiles, habían sido presa fácil de opresores extranjeros. Y del mismo modo que Italia estaba sujeta al dominio del emperador de Austria, Alemania vivía, aunque esta sujeción fuese menos patente, bajo el yugo del zar de todas las Rusias. La revolución del 18 de marzo emancipó a Italia y Alemania al mismo tiempo de este vergonzoso estado de cosas. Si después, durante el período que va de 1848 a 1871, estas dos grandes naciones permitieron que la vieja situación fuese restaurada, haciendo hasta cierto punto de “traidores de sí mismas”, se debió (como dijo Marx) a que los mismos que habían inspirado la revolución de 1848 se convirtieron, a despecho suyo, en sus verdugos. La revolución fue en todas partes obra de las clases trabajadoras: fueron los obreros quienes levantaron las barricadas y dieron sus vidas luchando por la causa. Sin embargo, solamente los obreros de París, después de derribar el Gobierno, tenían la firme y decidida intención de derribar con él a todo el régimen burgués. Pero, aunque abrigaban una conciencia muy clara del antagonismo irreductible que se alzaba entre su propia clase y la burguesía, el desarrollo económico del país y el desarrollo intelectual de las masas obreras francesas no habían alcanzado todavía el nivel necesario para que pudiese triunfar una revolución socialista. Por eso, a la postre, los frutos de la revolución cayeron en el regazo de la clase capitalista. En otros países, como en Italia, Austria y Alemania, los obreros se limitaron desde el primer momento de la revolución a ayudar a la burguesía a tomar el Poder. En cada uno de estos países el gobierno de la burguesía sólo podía triunfar bajo la condición de la independencia nacional. Así se explica que las revoluciones del año 1848 condujesen inevitablemente a la unificación de los pueblos dentro de las fronteras nacionales y a su emancipación del yugo extranjero, condiciones que, hasta allí, no habían disfrutado. Estas condiciones son hoy realidad en Italia, en Alemania y en Hungría. Y a estos países seguirá Polonia cuando la hora llegue. Aunque las revoluciones de 1848 no tenían carácter socialista, prepararon, sin embargo, el terreno para el advenimiento de la revolución del socialismo. Gracias al poderoso impulso que estas revoluciones imprimieron a la gran producción en todos los países, la sociedad burguesa ha ido creando durante los últimos cuarenta y cinco años un vasto, unido y potente proletariado, engendrando con él (como dice el Manifiesto Comunista) a sus propios enterradores. La unificación internacional del proletariado no hubiera sido posible, ni la colaboración sobria y deliberada de estos países en el logro de fines generales, si antes no hubiesen conquistado la unidad y la independencia nacionales, si hubiesen seguido manteniéndose dentro del aislamiento. Intentemos representarnos, si podemos, el papel que hubieran hecho los obreros italianos, húngaros, alemanes, polacos y rusos luchando por su unión internacional bajo las condiciones políticas que prevalecían hacia el año 1848. Las batallas reñidas en el 48 no fueron, pues, reñidas en balde. Ni han sido vividos tampoco en balde los cuarenta y cinco años que nos separan de la época revolucionaria. Los frutos de aquellos días empiezan a madurar, y hago votos porque la publicación de esta traducción italiana del Manifiesto sea heraldo del triunfo del proletariado italiano, como la publicación del texto primitivo lo fue de la revolución internacional. El Manifiesto rinde el debido homenaje a los servicios revolucionarios prestados en otro tiempo por el capitalismo. Italia fue la primera nación que se convirtió en país capitalista. El ocaso de la Edad Media feudal y la aurora de la época capitalista contemporánea vieron aparecer en escena una figura gigantesca. Dante fue al mismo tiempo el último poeta de la Edad Media y el primer poeta de la nueva era. Hoy, como en 1300, se alza en el horizonte una nueva época. ¿Dará Italia al mundo otro Dante, capaz de cantar el nacimiento de la nueva era, de la era proletaria? Londres, 1 de febrero de 1893. F. ENGELS

Manifiesto del Partido Comunista PorK. Marx & F. Engels
Un espectro se cierne sobre Europa: el espectro del comunismo. Contra este espectro se han conjurado en santa jauría todas las potencias de la vieja Europa, el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes. No hay un solo partido de oposición a quien los adversarios gobernantes no motejen de comunista, ni un solo partido de oposición que no lance al rostro de las oposiciones más avanzadas, lo mismo que a los enemigos reaccionarios, la acusación estigmatizante de comunismo. De este hecho se desprenden dos consecuencias: La primera es que el comunismo se halla ya reconocido como una potencia por todas las potencias europeas. La segunda, que es ya hora de que los comunistas expresen a la luz del día y ante el mundo entero sus ideas, sus tendencias, sus aspiraciones, saliendo así al paso de esa leyenda del espectro comunista con un manifiesto de su partido. Con este fin se han congregado en Londres los representantes comunistas de diferentes países y redactado el siguiente Manifiesto, que aparecerá en lengua inglesa, francesa, alemana, italiana, flamenca y danesa.
IBURGUESES Y PROLETARIOS
Toda la historia de la sociedad humana, hasta la actualidad , es una historia de luchas de clases. Libres y esclavos, patricios y plebeyos, barones y siervos de la gleba, maestros y oficiales; en una palabra, opresores y oprimidos, frente a frente siempre, empeñados en una lucha ininterrumpida, velada unas veces, y otras franca y abierta, en una lucha que conduce en cada etapa a la transformación revolucionaria de todo el régimen social o al exterminio de ambas clases beligerantes. En los tiempos históricos nos encontramos a la sociedad dividida casi por doquier en una serie de estamentos , dentro de cada uno de los cuales reina, a su vez, una nueva jerarquía social de grados y posiciones. En la Roma antigua son los patricios, los équites, los plebeyos, los esclavos; en la Edad Media, los señores feudales, los vasallos, los maestros y los oficiales de los gremios, los siervos de la gleba, y dentro de cada una de esas clases todavía nos encontramos con nuevos matices y gradaciones. La moderna sociedad burguesa que se alza sobre las ruinas de la sociedad feudal no ha abolido los antagonismos de clase. Lo que ha hecho ha sido crear nuevas clases, nuevas condiciones de opresión, nuevas modalidades de lucha, que han venido a sustituir a las antiguas. Sin embargo, nuestra época, la época de la burguesía, se caracteriza por haber simplificado estos antagonismos de clase. Hoy, toda la sociedad tiende a separarse, cada vez más abiertamente, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases antagónicas: la burguesía y el proletariado. De los siervos de la gleba de la Edad Media surgieron los “villanos” de las primeras ciudades; y estos villanos fueron el germen de donde brotaron los primeros elementos de la burguesía. El descubrimiento de América, la circunnavegación de Africa abrieron nuevos horizontes e imprimieron nuevo impulso a la burguesía. El mercado de China y de las Indias orientales, la colonización de América, el intercambio con las colonias, el incremento de los medios de cambio y de las mercaderías en general, dieron al comercio, a la navegación, a la industria, un empuje jamás conocido, atizando con ello el elemento revolucionario que se escondía en el seno de la sociedad feudal en descomposición. El régimen feudal o gremial de producción que seguía imperando no bastaba ya para cubrir las necesidades que abrían los nuevos mercados. Vino a ocupar su puesto la manufactura. Los maestros de los gremios se vieron desplazados por la clase media industrial, y la división del trabajo entre las diversas corporaciones fue suplantada por la división del trabajo dentro de cada taller. Pero los mercados seguían dilatándose, las necesidades seguían creciendo. Ya no bastaba tampoco la manufactura. El invento del vapor y la maquinaria vinieron a revolucionar el régimen industrial de producción. La manufactura cedió el puesto a la gran industria moderna, y la clase media industrial hubo de dejar paso a los magnates de la industria, jefes de grandes ejércitos industriales, a los burgueses modernos. La gran industria creó el mercado mundial, ya preparado por el descubrimiento de América. El mercado mundial imprimió un gigantesco impulso al comercio, a la navegación, a las comunicaciones por tierra. A su vez, estos, progresos redundaron considerablemente en provecho de la industria, y en la misma proporción en que se dilataban la industria, el comercio, la navegación, los ferrocarriles, se desarrollaba la burguesía, crecían sus capitales, iba desplazando y esfumando a todas las clases heredadas de la Edad Media. Vemos, pues, que la moderna burguesía es, como lo fueron en su tiempo las otras clases, producto de un largo proceso histórico, fruto de una serie de transformaciones radicales operadas en el régimen de cambio y de producción. A cada etapa de avance recorrida por la burguesía corresponde una nueva etapa de progreso político. Clase oprimida bajo el mando de los señores feudales, la burguesía forma en la “comuna” una asociación autónoma y armada para la defensa de sus intereses; en unos sitios se organiza en repúblicas municipales independientes; en otros forma el tercer estado tributario de las monarquías; en la época de la manufactura es el contrapeso de la nobleza dentro de la monarquía feudal o absoluta y el fundamento de las grandes monarquías en general, hasta que, por último, implantada la gran industria y abiertos los cauces del mercado mundial, se conquista la hegemonía política y crea el moderno Estado representativo. Hoy, el Poder público viene a ser, pura y simplemente, el Consejo de administración que rige los intereses colectivos de la clase burguesa. La burguesía ha desempeñado, en el transcurso de la historia, un papel verdaderamente revolucionario. Dondequiera que se instauró, echó por tierra todas las instituciones feudales, patriarcales e idílicas. Desgarró implacablemente los abigarrados lazos feudales que unían al hombre con sus superiores naturales y no dejó en pie más vínculo que el del interés escueto, el del dinero contante y sonante, que no tiene entrañas. Echó por encima del santo temor de Dios, de la devoción mística y piadosa, del ardor caballeresco y la tímida melancolía del buen burgués, el jarro de agua helada de sus cálculos egoístas. Enterró la dignidad personal bajo el dinero y redujo todas aquellas innumerables libertades escrituradas y bien adquiridas a una única libertad: la libertad ilimitada de comerciar. Sustituyó, para decirlo de una vez, un régimen de explotación, velado por los cendales de las ilusiones políticas y religiosas, por un régimen franco, descarado, directo, escueto, de explotación. La burguesía despojó de su halo de santidad a todo lo que antes se tenía por venerable y digno de piadoso acontecimiento. Convirtió en sus servidores asalariados al médico, al jurista, al poeta, al sacerdote, al hombre de ciencia.
La burguesía desgarró los velos emotivos y sentimentales que envolvían la familia y puso al desnudo la realidad económica de las relaciones familiares . La burguesía vino a demostrar que aquellos alardes de fuerza bruta que la reacción tanto admira en la Edad Media tenían su complemento cumplido en la haraganería más indolente. Hasta que ella no lo reveló no supimos cuánto podía dar de sí el trabajo del hombre. La burguesía ha producido maravillas mucho mayores que las pirámides de Egipto, los acueductos romanos y las catedrales góticas; ha acometido y dado cima a empresas mucho más grandiosas que las emigraciones de los pueblos y las cruzadas. La burguesía no puede existir si no es revolucionando incesantemente los instrumentos de la producción, que tanto vale decir el sistema todo de la producción, y con él todo el régimen social. Lo contrario de cuantas clases sociales la precedieron, que tenían todas por condición primaria de vida la intangibilidad del régimen de producción vigente. La época de la burguesía se caracteriza y distingue de todas las demás por el constante y agitado desplazamiento de la producción, por la conmoción ininterrumpida de todas las relaciones sociales, por una inquietud y una dinámica incesantes. Las relaciones inconmovibles y mohosas del pasado, con todo su séquito de ideas y creencias viejas y venerables, se derrumban, y las nuevas envejecen antes de echar raíces. Todo lo que se creía permanente y perenne se esfuma, lo santo es profanado, y, al fin, el hombre se ve constreñido, por la fuerza de las cosas, a contemplar con mirada fría su vida y sus relaciones con los demás. La necesidad de encontrar mercados espolea a la burguesía de una punta o otra del planeta. Por todas partes anida, en todas partes construye, por doquier establece relaciones. La burguesía, al explotar el mercado mundial, da a la producción y al consumo de todos los países un sello cosmopolita. Entre los lamentos de los reaccionarios destruye los cimientos nacionales de la industria. Las viejas industrias nacionales se vienen a tierra, arrolladas por otras nuevas, cuya instauración es problema vital para todas las naciones civilizadas; por industrias que ya no transforman como antes las materias primas del país, sino las traídas de los climas más lejanos y cuyos productos encuentran salida no sólo dentro de las fronteras, sino en todas las partes del mundo. Brotan necesidades nuevas que ya no bastan a satisfacer, como en otro tiempo, los frutos del país, sino que reclaman para su satisfacción los productos de tierras remotas. Ya no reina aquel mercado local y nacional que se bastaba así mismo y donde no entraba nada de fuera; ahora, la red del comercio es universal y en ella entran, unidas por vínculos de interdependencia, todas las naciones. Y lo que acontece con la producción material, acontece también con la del espíritu. Los productos espirituales de las diferentes naciones vienen a formar un acervo común. Las limitaciones y peculiaridades del carácter nacional van pasando a segundo plano, y las literaturas locales y nacionales confluyen todas en una literatura universal. La burguesía, con el rápido perfeccionamiento de todos los medios de producción, con las facilidades increíbles de su red de comunicaciones, lleva la civilización hasta a las naciones más salvajes. El bajo precio de sus mercancías es la artillería pesada con la que derrumba todas las murallas de la China, con la que obliga a capitular a las tribus bárbaras más ariscas en su odio contra el extranjero. Obliga a todas las naciones a abrazar el régimen de producción de la burguesía o perecer; las obliga a implantar en su propio seno la llamada civilización, es decir, a hacerse burguesas. Crea un mundo hecho a su imagen y semejanza. La burguesía somete el campo al imperio de la ciudad. Crea ciudades enormes, intensifica la población urbana en una fuerte proporción respecto a la campesina y arranca a una parte considerable de la gente del campo al cretinismo de la vida rural. Y del mismo modo que somete el campo a la ciudad, somete los pueblos bárbaros y semibárbaros a las naciones civilizadas, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente al Occidente. La burguesía va aglutinando cada vez más los medios de producción, la propiedad y los habitantes del país. Aglomera la población, centraliza los medios de producción y concentra en manos de unos cuantos la propiedad. Este proceso tenía que conducir, por fuerza lógica, a un régimen de centralización política. Territorios antes independientes, apenas aliados, con intereses distintos, distintas leyes, gobiernos autónomos y líneas aduaneras propias, se asocian y refunden en una nación única, bajo un Gobierno, una ley, un interés nacional de clase y una sola línea aduanera. En el siglo corto que lleva de existencia como clase soberana, la burguesía ha creado energías productivas mucho más grandiosas y colosales que todas las pasadas generaciones juntas. Basta pensar en el sometimiento de las fuerzas naturales por la mano del hombre, en la maquinaria, en la aplicación de la química a la industria y la agricultura, en la navegación de vapor, en los ferrocarriles, en el telégrafo eléctrico, en la roturación de continentes enteros, en los ríos abiertos a la navegación, en los nuevos pueblos que brotaron de la tierra como por ensalmo... ¿Quién, en los pasados siglos, pudo sospechar siquiera que en el regazo de la sociedad fecundada por el trabajo del hombre yaciesen soterradas tantas y tales energías y elementos de producción? Hemos visto que los medios de producción y de transporte sobre los cuales se desarrolló la burguesía brotaron en el seno de la sociedad feudal. Cuando estos medios de transporte y de producción alcanzaron una determinada fase en su desarrollo, resultó que las condiciones en que la sociedad feudal producía y comerciaba, la organización feudal de la agricultura y la manufactura, en una palabra, el régimen feudal de la propiedad, no correspondían ya al estado progresivo de las fuerzas productivas. Obstruían la producción en vez de fomentarla. Se habían convertido en otras tantas trabas para su desenvolvimiento. Era menester hacerlas saltar, y saltaron. Vino a ocupar su puesto la libre concurrencia, con la constitución política y social a ella adecuada, en la que se revelaba ya la hegemonía económica y política de la clase burguesa. Pues bien: ante nuestros ojos se desarrolla hoy un espectáculo semejante. Las condiciones de producción y de cambio de la burguesía, el régimen burgués de la propiedad, la moderna sociedad burguesa, que ha sabido hacer brotar como por encanto tan fabulosos medios de producción y de transporte, recuerda al brujo impotente para dominar los espíritus subterráneos que conjuró. Desde hace varias décadas, la historia de la industria y del comercio no es más que la historia de las modernas fuerzas productivas que se rebelan contra el régimen vigente de producción, contra el régimen de la propiedad, donde residen las condiciones de vida y de predominio político de la burguesía. Basta mencionar las crisis comerciales, cuya periódica reiteración supone un peligro cada vez mayor para la existencia de la sociedad burguesa toda. Las crisis comerciales, además de destruir una gran parte de los productos elaborados, aniquilan una parte considerable de las fuerzas productivas existentes. En esas crisis se desata una epidemia social que a cualquiera de las épocas anteriores hubiera parecido absurda e inconcebible: la epidemia de la superproducción. La sociedad se ve retrotraída repentinamente a un estado de barbarie momentánea; se diría que una plaga de hambre o una gran guerra aniquiladora la han dejado esquilmado, sin recursos para subsistir; la industria, el comercio están a punto de perecer. ¿Y todo por qué? Porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados recursos, demasiada industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone no sirven ya para fomentar el régimen burgués de la propiedad; son ya demasiado poderosas para servir a este régimen, que embaraza su desarrollo. Y tan pronto como logran vencer este obstáculo, siembran el desorden en la sociedad burguesa, amenazan dar al traste con el régimen burgués de la propiedad. Las condiciones sociales burguesas resultan ya demasiado angostas para abarcar la riqueza por ellas engendrada. ¿Cómo se sobrepone a las crisis la burguesía? De dos maneras: destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistándose nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos. Es decir, que remedia unas crisis preparando otras más extensas e imponentes y mutilando los medios de que dispone para precaverlas. Las armas con que la burguesía derribó al feudalismo se vuelven ahora contra ella. Y la burguesía no sólo forja las armas que han de darle la muerte, sino que, además, pone en pie a los hombres llamados a manejarlas: estos hombres son los obreros, los proletarios. En la misma proporción en que se desarrolla la burguesía, es decir, el capital, desarrollase también el proletariado, esa clase obrera moderna que sólo puede vivir encontrando trabajo y que sólo encuentra trabajo en la medida en que éste alimenta a incremento el capital. El obrero, obligado a venderse a trozos, es una mercancía como otra cualquiera, sujeta, por tanto, a todos los cambios y modalidades de la concurrencia, a todas las fluctuaciones del mercado. La extensión de la maquinaria y la división del trabajo quitan a éste, en el régimen proletario actual, todo carácter autónomo, toda libre iniciativa y todo encanto para el obrero. El trabajador se convierte en un simple resorte de la máquina, del que sólo se exige una operación mecánica, monótona, de fácil aprendizaje. Por eso, los gastos que supone un obrero se reducen, sobre poco más o menos, al mínimo de lo que necesita para vivir y para perpetuar su raza. Y ya se sabe que el precio de una mercancía, y como una de tantas el trabajo , equivale a su coste de producción. Cuanto más repelente es el trabajo, tanto más disminuye el salario pagado al obrero. Más aún: cuanto más aumentan la maquinaria y la división del trabajo, tanto más aumenta también éste, bien porque se alargue la jornada, bien porque se intensifique el rendimiento exigido, se acelere la marcha de las máquinas, etc. La industria moderna ha convertido el pequeño taller del maestro patriarcal en la gran fábrica del magnate capitalista. Las masas obreras concentradas en la fábrica son sometidas a una organización y disciplina militares. Los obreros, soldados rasos de la industria, trabajan bajo el mando de toda una jerarquía de sargentos, oficiales y jefes. No son sólo siervos de la burguesía y del Estado burgués, sino que están todos los días y a todas horas bajo el yugo esclavizador de la máquina, del contramaestre, y sobre todo, del industrial burgués dueño de la fábrica. Y este despotismo es tanto más mezquino, más execrable, más indignante, cuanta mayor es la franqueza con que proclama que no tiene otro fin que el lucro. Cuanto menores son la habilidad y la fuerza que reclama el trabajo manual, es decir, cuanto mayor es el desarrollo adquirido por la moderna industria, también es mayor la proporción en que el trabajo de la mujer y el niño desplaza al del hombre. Socialmente, ya no rigen para la clase obrera esas diferencias de edad y de sexo. Son todos, hombres, mujeres y niños, meros instrumentos de trabajo, entre los cuales no hay más diferencia que la del coste. Y cuando ya la explotación del obrero por el fabricante ha dado su fruto y aquél recibe el salario, caen sobre él los otros representantes de la burguesía: el casero, el tendero, el prestamista, etc. Toda una serie de elementos modestos que venían perteneciendo a la clase media, pequeños industriales, comerciantes y rentistas, artesanos y labriegos, son absorbidos por el proletariado; unos, porque su pequeño caudal no basta para alimentar las exigencias de la gran industria y sucumben arrollados por la competencia de los capitales más fuertes, y otros porque sus aptitudes quedan sepultadas bajo los nuevos progresos de la producción. Todas las clases sociales contribuyen, pues, a nutrir las filas del proletariado. El proletariado recorre diversas etapas antes de fortificarse y consolidarse. Pero su lucha contra la burguesía data del instante mismo de su existencia. Al principio son obreros aislados; luego, los de una fábrica; luego, los de todas una rama de trabajo, los que se enfrentan, en una localidad, con el burgués que personalmente los explota. Sus ataques no van sólo contra el régimen burgués de producción, van también contra los propios instrumentos de la producción; los obreros, sublevados, destruyen las mercancías ajenas que les hacen la competencia, destrozan las máquinas, pegan fuego a las fábricas, pugnan por volver a la situación, ya enterrada, del obrero medieval. En esta primera etapa, los obreros forman una masa diseminada por todo el país y desunida por la concurrencia. Las concentraciones de masas de obreros no son todavía fruto de su propia unión, sino fruto de la unión de la burguesía, que para alcanzar sus fines políticos propios tiene que poner en movimiento -cosa que todavía logra- a todo el proletariado. En esta etapa, los proletarios no combaten contra sus enemigos, sino contra los enemigos de sus enemigos, contra los vestigios de la monarquía absoluta, los grandes señores de la tierra, los burgueses no industriales, los pequeños burgueses. La marcha de la historia está toda concentrada en manos de la burguesía, y cada triunfo así alcanzado es un triunfo de la clase burguesa. Sin embargo, el desarrollo de la industria no sólo nutre las filas del proletariado, sino que las aprieta y concentra; sus fuerzas crecen, y crece también la conciencia de ellas. Y al paso que la maquinaria va borrando las diferencias y categorías en el trabajo y reduciendo los salarios casi en todas partes a un nivel bajísimo y uniforme, van nivelándose también los intereses y las condiciones de vida dentro del proletariado. La competencia, cada vez más aguda, desatada entre la burguesía, y las crisis comerciales que desencadena, hacen cada vez más inseguro el salario del obrero; los progresos incesantes y cada día más veloces del maquinismo aumentan gradualmente la inseguridad de su existencia; las colisiones entre obreros y burgueses aislados van tomando el carácter, cada vez más señalado, de colisiones entre dos clases. Los obreros empiezan a coaligarse contra los burgueses, se asocian y unen para la defensa de sus salarios. Crean organizaciones permanentes para pertrecharse en previsión de posibles batallas. De vez en cuando estallan revueltas y sublevaciones. Los obreros arrancan algún triunfo que otro, pero transitorio siempre. El verdadero objetivo de estas luchas no es conseguir un resultado inmediato, sino ir extendiendo y consolidando la unión obrera. Coadyuvan a ello los medios cada vez más fáciles de comunicación, creados por la gran industria y que sirven para poner en contacto a los obreros de las diversas regiones y localidades. Gracias a este contacto, las múltiples acciones locales, que en todas partes presentan idéntico carácter, se convierten en un movimiento nacional, en una lucha de clases. Y toda lucha de clases es una acción política. Las ciudades de la Edad Media, con sus caminos vecinales, necesitaron siglos enteros para unirse con las demás; el proletariado moderno, gracias a los ferrocarriles, ha creado su unión en unos cuantos años. Esta organización de los proletarios como clase, que tanto vale decir como partido político, se ve minada a cada momento por la concurrencia desatada entre los propios obreros. Pero avanza y triunfa siempre, a pesar de todo, cada vez más fuerte, más firme, más pujante. Y aprovechándose de las discordias que surgen en el seno de la burguesía, impone la sanción legal de sus intereses propios. Así nace en Inglaterra la ley de la jornada de diez horas. Las colisiones producidas entre las fuerzas de la antigua sociedad imprimen nuevos impulsos al proletariado. La burguesía lucha incesantemente: primero, contra la aristocracia; luego, contra aquellos sectores de la propia burguesía cuyos intereses chocan con los progresos de la industria, y siempre contra la burguesía de los demás países. Para librar estos combates no tiene más remedio que apelar al proletariado, reclamar su auxilio, arrastrándolo así a la palestra política. Y de este modo, le suministra elementos de fuerza, es decir, armas contra sí misma. Además, como hemos visto, los progresos de la industria traen a las filas proletarias a toda una serie de elementos de la clase gobernante, o a lo menos los colocan en las mismas condiciones de vida. Y estos elementos suministran al proletariado nuevas fuerzas. Finalmente, en aquellos períodos en que la lucha de clases está a punto de decidirse, es tan violento y tan claro el proceso de desintegración de la clase gobernante latente en el seno de la sociedad antigua, que una pequeña parte de esa clase se desprende de ella y abraza la causa revolucionaria, pasándose a la clase que tiene en sus manos el porvenir. Y así como antes una parte de la nobleza se pasaba a la burguesía, ahora una parte de la burguesía se pasa al campo del proletariado; en este tránsito rompen la marcha los intelectuales burgueses, que, analizando teóricamente el curso de la historia, han logrado ver claro en sus derroteros. De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía no hay más que una verdaderamente revolucionaria: el proletariado. Las demás perecen y desaparecen con la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto genuino y peculiar. Los elementos de las clases medias, el pequeño industrial, el pequeño comerciante, el artesano, el labriego, todos luchan contra la burguesía para salvar de la ruina su existencia como tales clases. No son, pues, revolucionarios, sino conservadores. Más todavía, reaccionarios, pues pretenden volver atrás la rueda de la historia. Todo lo que tienen de revolucionario es lo que mira a su tránsito inminente al proletariado; con esa actitud no defienden sus intereses actuales, sino los futuros; se despojan de su posición propia para abrazar la del proletariado. El proletariado andrajoso , esa putrefacción pasiva de las capas más bajas de la vieja sociedad, se verá arrastrado en parte al movimiento por una revolución proletaria, si bien las condiciones todas de su vida lo hacen más propicio a dejarse comprar como instrumento de manejos reaccionarios. Las condiciones de vida de la vieja sociedad aparecen ya destruidas en las condiciones de vida del proletariado. El proletario carece de bienes. Sus relaciones con la mujer y con los hijos no tienen ya nada de común con las relaciones familiares burguesas; la producción industrial moderna, el moderno yugo del capital, que es el mismo en Inglaterra que en Francia, en Alemania que en Norteamérica, borra en él todo carácter nacional. Las leyes, la moral, la religión, son para él otros tantos prejuicios burgueses tras los que anidan otros tantos intereses de la burguesía. Todas las clases que le precedieron y conquistaron el Poder procuraron consolidar las posiciones adquiridas sometiendo a la sociedad entera a su régimen de adquisición. Los proletarios sólo pueden conquistar para sí las fuerzas sociales de la producción aboliendo el régimen adquisitivo a que se hallan sujetos, y con él todo el régimen de apropiación de la sociedad. Los proletarios no tienen nada propio que asegurar, sino destruir todos los aseguramientos y seguridades privadas de los demás. Hasta ahora, todos los movimientos sociales habían sido movimientos desatados por una minoría o en interés de una minoría. El movimiento proletario es el movimiento autónomo de una inmensa mayoría en interés de una mayoría inmensa. El proletariado, la capa más baja y oprimida de la sociedad actual, no puede levantarse, incorporarse, sin hacer saltar, hecho añicos desde los cimientos hasta el remate, todo ese edificio que forma la sociedad oficial. Por su forma, aunque no por su contenido, la campaña del proletariado contra la burguesía empieza siendo nacional. Es lógico que el proletariado de cada país ajuste ante todo las cuentas con su propia burguesía. Al esbozar, en líneas muy generales, las diferentes fases de desarrollo del proletariado, hemos seguido las incidencias de la guerra civil más o menos embozada que se plantea en el seno de la sociedad vigente hasta el momento en que esta guerra civil desencadena una revolución abierta y franca, y el proletariado, derrocando por la violencia a la burguesía, echa las bases de su poder. Hasta hoy, toda sociedad descansó, como hemos visto, en el antagonismo entre las clases oprimidas y las opresoras. Mas para poder oprimir a una clase es menester asegurarle, por lo menos, las condiciones indispensables de vida, pues de otro modo se extinguiría, y con ella su esclavizamiento. El siervo de la gleba se vio exaltado a miembro del municipio sin salir de la servidumbre, como el villano convertido en burgués bajo el yugo del absolutismo feudal. La situación del obrero moderno es muy distinta, pues lejos de mejorar conforme progresa la industria, decae y empeora por debajo del nivel de su propia clase. El obrero se depaupera, y el pauperismo se desarrolla en proporciones mucho mayores que la población y la riqueza. He ahí una prueba palmaria de la incapacidad de la burguesía para seguir gobernando la sociedad e imponiendo a ésta por norma las condiciones de su vida como clase. Es incapaz de gobernar, porque es incapaz de garantizar a sus esclavos la existencia ni aun dentro de su esclavitud, porque se ve forzada a dejarlos llegar hasta una situación de desamparo en que no tiene más remedio que mantenerles, cuando son ellos quienes debieran mantenerla a ella. La sociedad no puede seguir viviendo bajo el imperio de esa clase; la vida de la burguesía se ha hecho incompatible con la sociedad. La existencia y el predominio de la clase burguesa tienen por condición esencial la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos individuos, la formación e incremento constante del capital; y éste, a su vez, no puede existir sin el trabajo asalariado. El trabajo asalariado Presupone, inevitablemente, la concurrencia de los obreros entre sí. Los progresos de la industria, que tienen por cauce automático y espontáneo a la burguesía, imponen, en vez del aislamiento de los obreros por la concurrencia, su unión revolucionaria por la organización. Y así, al desarrollarse la gran industria, la burguesía ve tambalearse bajo sus pies las bases sobre que produce y se apropia lo producido. Y a la par que avanza, se cava su fosa y cría a sus propios enterradores. Su muerte y el triunfo del proletariado sin igualmente inevitables.
IIPROLETARIOS Y COMUNISTAS
¿Qué relación guardan los comunistas con los proletarios en general? Los comunistas no forman un partido aparte de los demás partidos obreros. No tienen intereses propios que se distingan de los intereses generales del proletariado. No profesan principios especiales con los que aspiren a modelar el movimiento proletario. Los comunistas no se distinguen de los demás partidos proletarios más que en esto: en que destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad, y en que, cualquiera que sea la etapa histórica en que se mueva la lucha entre el proletariado y la burguesía, mantienen siempre el interés del movimiento enfocado en su conjunto. Los comunistas son, pues, prácticamente, la parte más decidida, el acicate siempre en tensión de todos los partidos obreros del mundo; teóricamente, llevan de ventaja a las grandes masas del proletariado su clara visión de las condiciones, los derroteros y los resultados generales a que ha de abocar el movimiento proletario. El objetivo inmediato de los comunistas es idéntico al que persiguen los demás partidos proletarios en general: formar la conciencia de clase del proletariado, derrocar el régimen de la burguesía, llevar al proletariado a la conquista del Poder. Las proposiciones teóricas de los comunistas no descansan ni mucho menos en las ideas, en los principios forjados o descubiertos por ningún redentor de la humanidad. Son todas expresión generalizada de las condiciones materiales de una lucha de clases real y vívida, de un movimiento histórico que se está desarrollando a la vista de todos. La abolición del régimen vigente de la propiedad no es tampoco ninguna característica peculiar del comunismo. Las condiciones que forman el régimen de la propiedad han estado sujetas siempre a cambios históricos, a alteraciones históricas constantes. Así, por ejemplo, la Revolución francesa abolió la propiedad feudal para instaurar sobre sus ruinas la propiedad burguesa. Lo que caracteriza al comunismo no es la abolición de la propiedad en general, sino la abolición del régimen de propiedad de la burguesía, de esta moderna institución de la propiedad privada burguesa, expresión última y la más acabada de ese régimen de producción y apropiación de lo producido que reposa sobre el antagonismo de dos clases, sobre la explotación de unos hombres por otros. Así entendida, sí pueden los comunistas resumir su teoría en esa fórmula: abolición de la propiedad privada. Se nos reprocha que queremos destruir la propiedad personal bien adquirida, fruto del trabajo y del esfuerzo humano, esa propiedad que es para el hombre la base de toda libertad, el acicate de todas las actividades y la garantía de toda independencia. ¡La propiedad bien adquirida, fruto del trabajo y del esfuerzo humano! ¿Os referís acaso a la propiedad del humilde artesano, del pequeño labriego, precedente histórico de la propiedad burguesa? No, ésa no necesitamos destruirla; el desarrollo de la industria lo ha hecho ya y lo está haciendo a todas horas. ¿O queréis referimos a la moderna propiedad privada de la burguesía? Decidnos: ¿es que el trabajo asalariado, el trabajo de proletario, le rinde propiedad? No, ni mucho menos. Lo que rinde es capital, esa forma de propiedad que se nutre de la explotación del trabajo asalariado, que sólo puede crecer y multiplicarse a condición de engendrar nuevo trabajo asalariado para hacerlo también objeto de su explotación. La propiedad, en la forma que hoy presenta, no admite salida a este antagonismo del capital y el trabajo asalariado. Detengámonos un momento a contemplar los dos términos de la antítesis. Ser capitalista es ocupar un puesto, no simplemente personal, sino social, en el proceso de la producción. El capital es un producto colectivo y no puede ponerse en marcha más que por la cooperación de muchos individuos, y aún cabría decir que, en rigor, esta cooperación abarca la actividad común de todos los individuos de la sociedad. El capital no es, pues, un patrimonio personal, sino una potencia social. Los que, por tanto, aspiramos a convertir el capital en propiedad colectiva, común a todos los miembros de la sociedad, no aspiramos a convertir en colectiva una riqueza personal. A lo único que aspiramos es a transformar el carácter colectivo de la propiedad, a despojarla de su carácter de clase. Hablemos ahora del trabajo asalariado. El precio medio del trabajo asalariado es el mínimo del salario, es decir, la suma de víveres necesaria para sostener al obrero como tal obrero. Todo lo que el obrero asalariado adquiere con su trabajo es, pues, lo que estrictamente necesita para seguir viviendo y trabajando. Nosotros no aspiramos en modo alguno a destruir este régimen de apropiación personal de los productos de un trabajo encaminado a crear medios de vida: régimen de apropiación que no deja, como vemos, el menor margen de rendimiento líquido y, con él, la posibilidad de ejercer influencia sobre los demás hombres. A lo que aspiramos es a destruir el carácter oprobioso de este régimen de apropiación en que el obrero sólo vive para multiplicar el capital, en que vive tan sólo en la medida en que el interés de la clase dominante aconseja que viva. En la sociedad burguesa, el trabajo vivo del hombre no es más que un medio de incrementar el trabajo acumulado. En la sociedad comunista, el trabajo acumulado será, por el contrario, un simple medio para dilatar, fomentar y enriquecer la vida del obrero. En la sociedad burguesa es, pues, el pasado el que impera sobre el presente; en la comunista, imperará el presente sobre el pasado. En la sociedad burguesa se reserva al capital toda personalidad e iniciativa; el individuo trabajador carece de iniciativa y personalidad. ¡Y a la abolición de estas condiciones, llama la burguesía abolición de la personalidad y la libertad! Y, sin embargo, tiene razón. Aspiramos, en efecto, a ver abolidas la personalidad, la independencia y la libertad burguesa. Por libertad se entiende, dentro del régimen burgués de la producción, el librecambio, la libertad de comprar y vender. Desaparecido el tráfico, desaparecerá también, forzosamente el libre tráfico. La apología del libre tráfico, como en general todos los ditirambos a la libertad que entona nuestra burguesía, sólo tienen sentido y razón de ser en cuanto significan la emancipación de las trabas y la servidumbre de la Edad Media, pero palidecen ante la abolición comunista del tráfico, de las condiciones burguesas de producción y de la propia burguesía. Os aterráis de que queramos abolir la propiedad privada, ¡cómo si ya en el seno de vuestra sociedad actual, la propiedad privada no estuviese abolida para nueve décimas partes de la población, como si no existiese precisamente a costa de no existir para esas nueve décimas partes! ¿Qué es, pues, lo que en rigor nos reprocháis? Querer destruir un régimen de propiedad que tiene por necesaria condición el despojo de la inmensa mayoría de la sociedad. Nos reprocháis, para decirlo de una vez, querer abolir vuestra propiedad. Pues sí, a eso es a lo que aspiramos. Para vosotros, desde el momento en que el trabajo no pueda convertirse ya en capital, en dinero, en renta, en un poder social monopolizable; desde el momento en que la propiedad personal no pueda ya trocarse en propiedad burguesa, la persona no existe. Con eso confesáis que para vosotros no hay más persona que el burgués, el capitalista. Pues bien, la personalidad así concebida es la que nosotros aspiramos a destruir. El comunismo no priva a nadie del poder de apropiarse productos sociales; lo único que no admite es el poder de usurpar por medio de esta apropiación el trabajo ajeno. Se arguye que, abolida la propiedad privada, cesará toda actividad y reinará la indolencia universal. Si esto fuese verdad, ya hace mucho tiempo que se habría estrellado contra el escollo de la holganza una sociedad como la burguesa, en que los que trabajan no adquieren y los que adquieren, no trabajan. Vuestra objeción viene a reducirse, en fin de cuentas, a una verdad que no necesita de demostración, y es que, al desaparecer el capital, desaparecerá también el trabajo asalariado. Las objeciones formuladas contra el régimen comunista de apropiación y producción material, se hacen extensivas a la producción y apropiación de los productos espirituales. Y así como el destruir la propiedad de clases equivale, para el burgués, a destruir la producción, el destruir la cultura de clase es para él sinónimo de destruir la cultura en general. Esa cultura cuya pérdida tanto deplora, es la que convierte en una máquina a la inmensa mayoría de la sociedad. Al discutir con nosotros y criticar la abolición de la propiedad burguesa partiendo de vuestras ideas burguesas de libertad, cultura, derecho, etc., no os dais cuenta de que esas mismas ideas son otros tantos productos del régimen burgués de propiedad y de producción, del mismo modo que vuestro derecho no es más que la voluntad de vuestra clase elevada a ley: una voluntad que tiene su contenido y encarnación en las condiciones materiales de vida de vuestra clase. Compartís con todas las clases dominantes que han existido y perecieron la idea interesada de que vuestro régimen de producción y de propiedad, obra de condiciones históricas que desaparecen en el transcurso de la producción, descansa sobre leyes naturales eternas y sobre los dictados de la razón. Os explicáis que haya perecido la propiedad antigua, os explicáis que pereciera la propiedad feudal; lo que no os podéis explicar es que perezca la propiedad burguesa, vuestra propiedad. ¡Abolición de la familia! Al hablar de estas intenciones satánicas de los comunistas, hasta los más radicales gritan escándalo. Pero veamos: ¿en qué se funda la familia actual, la familia burguesa? En el capital, en el lucro privado. Sólo la burguesía tiene una familia, en el pleno sentido de la palabra; y esta familia encuentra su complemento en la carencia forzosa de relaciones familiares de los proletarios y en la pública prostitución. Es natural que ese tipo de familia burguesa desaparezca al desaparecer su complemento, y que una y otra dejen de existir al dejar de existir el capital, que le sirve de base. ¿Nos reprocháis acaso que aspiremos a abolir la explotación de los hijos por sus padres? Sí, es cierto, a eso aspiramos. Pero es, decís, que pretendemos destruir la intimidad de la familia, suplantando la educación doméstica por la social. ¿Acaso vuestra propia educación no está también influida por la sociedad, por las condiciones sociales en que se desarrolla, por la intromisión más o menos directa en ella de la sociedad a través de la escuela, etc.? No son precisamente los comunistas los que inventan esa intromisión de la sociedad en la educación; lo que ellos hacen es modificar el carácter que hoy tiene y sustraer la educación a la influencia de la clase dominante. Esos tópicos burgueses de la familia y la educación, de la intimidad de las relaciones entre padres e hijos, son tanto más grotescos y descarados cuanto más la gran industria va desgarrando los lazos familiares de los proletarios y convirtiendo a los hijos en simples mercancías y meros instrumentos de trabajo. ¡Pero es que vosotros, los comunistas, nos grita a coro la burguesía entera, pretendéis colectivizar a las mujeres! El burgués, que no ve en su mujer más que un simple instrumento de producción, al oírnos proclamar la necesidad de que los instrumentos de producción sean explotados colectivamente, no puede por menos de pensar que el régimen colectivo se hará extensivo igualmente a la mujer. No advierte que de lo que se trata es precisamente de acabar con la situación de la mujer como mero instrumento de producción. Nada más ridículo, por otra parte, que esos alardes de indignación, henchida de alta moral de nuestros burgueses, al hablar de la tan cacareada colectivización de las mujeres por el comunismo. No; los comunistas no tienen que molestarse en implantar lo que ha existido siempre o casi siempre en la sociedad. Nuestros burgueses, no bastándoles, por lo visto, con tener a su disposición a las mujeres y a los hijos de sus proletarios -¡y no hablemos de la prostitución oficial!-, sienten una grandísima fruición en seducirse unos a otros sus mujeres. En realidad, el matrimonio burgués es ya la comunidad de las esposas. A lo sumo, podría reprocharse a los comunistas el pretender sustituir este hipócrita y recatado régimen colectivo de hoy por una colectivización oficial, franca y abierta, de la mujer. Por lo demás, fácil es comprender que, al abolirse el régimen actual de producción, desaparecerá con él el sistema de comunidad de la mujer que engendra, y que se refugia en la prostitución, en la oficial y en la encubierta. A los comunistas se nos reprocha también que queramos abolir la patria, la nacionalidad. Los trabajadores no tienen patria. Mal se les puede quitar lo que no tienen. No obstante, siendo la mira inmediata del proletariado la conquista del Poder político, su exaltación a clase nacional, a nación, es evidente que también en él reside un sentido nacional, aunque ese sentido no coincida ni mucho menos con el de la burguesía. Ya el propio desarrollo de la burguesía, el librecambio, el mercado mundial, la uniformidad reinante en la producción industrial, con las condiciones de vida que engendra, se encargan de borrar más y más las diferencias y antagonismos nacionales. El triunfo del proletariado acabará de hacerlos desaparecer. La acción conjunta de los proletarios, a lo menos en las naciones civilizadas, es una de las condiciones primordiales de su emancipación. En la medida y a la par que vaya desapareciendo la explotación de unos individuos por otros, desaparecerá también la explotación de unas naciones por otras. Con el antagonismo de las clases en el seno de cada nación, se borrará la hostilidad de las naciones entre sí. No queremos entrar a analizar las acusaciones que se hacen contra el comunismo desde el punto de vista religioso-filosófico e ideológico en general. No hace falta ser un lince para ver que, al cambiar las condiciones de vida, las relaciones sociales, la existencia social del hombre, cambian también sus ideas, sus opiniones y sus conceptos, su conciencia, en una palabra. La historia de las ideas es una prueba palmaria de cómo cambia y se transforma la producción espiritual con la material. Las ideas imperantes en una época han sido siempre las ideas propias de la clase imperante . Se habla de ideas que revolucionan a toda una sociedad; con ello, no se hace más que dar expresión a un hecho, y es que en el seno de la sociedad antigua han germinado ya los elementos para la nueva, y a la par que se esfuman o derrumban las antiguas condiciones de vida, se derrumban y esfuman las ideas antiguas. Cuando el mundo antiguo estaba a punto de desaparecer, las religiones antiguas fueron vencidas y suplantadas por el cristianismo. En el siglo XVIII, cuando las ideas cristianas sucumbían ante el racionalismo, la sociedad feudal pugnaba desesperadamente, haciendo un último esfuerzo, con la burguesía, entonces revolucionaria. Las ideas de libertad de conciencia y de libertad religiosa no hicieron más que proclamar el triunfo de la libre concurrencia en el mundo ideológico. Se nos dirá que las ideas religiosas, morales, filosóficas, políticas, jurídicas, etc., aunque sufran alteraciones a lo largo de la historia, llevan siempre un fondo de perennidad, y que por debajo de esos cambios siempre ha habido una religión, una moral, una filosofía, una política, un derecho. Además, se seguirá arguyendo, existen verdades eternas, como la libertad, la justicia, etc., comunes a todas las sociedades y a todas las etapas de progreso de la sociedad. Pues bien, el comunismo -continúa el argumento- viene a destruir estas verdades eternas, la moral, la religión, y no a sustituirlas por otras nuevas; viene a interrumpir violentamente todo el desarrollo histórico anterior.
Veamos a qué queda reducida esta acusación. Hasta hoy, toda la historia de la sociedad ha sido una constante sucesión de antagonismos de clases, que revisten diversas modalidades, según las épocas. Mas, cualquiera que sea la forma que en cada caso adopte, la explotación de una parte de la sociedad por la otra es un hecho común a todas las épocas del pasado. Nada tiene, pues, de extraño que la conciencia social de todas las épocas se atenga, a despecho de toda la variedad y de todas las divergencias, a ciertas formas comunes, formas de conciencia hasta que el antagonismo de clases que las informa no desaparezca radicalmente. La revolución comunista viene a romper de la manera más radical con el régimen tradicional de la propiedad; nada tiene, pues, de extraño que se vea obligada a romper, en su desarrollo, de la manera también más radical, con las ideas tradicionales. Pero no queremos detenernos por más tiempo en los reproches de la burguesía contra el comunismo. Ya dejamos dicho que el primer paso de la revolución obrera será la exaltación del proletariado al Poder, la conquista de la democracia . El proletariado se valdrá del Poder para ir despojando paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de la producción, centralizándolos en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante, y procurando fomentar por todos los medios y con la mayor rapidez posible las energías productivas. Claro está que, al principio, esto sólo podrá llevarse a cabo mediante una acción despótica sobre la propiedad y el régimen burgués de producción, por medio de medidas que, aunque de momento parezcan económicamente insuficientes e insostenibles, en el transcurso del movimiento serán un gran resorte propulsor y de las que no puede prescindiese como medio para transformar todo el régimen de producción vigente. Estas medidas no podrán ser las mismas, naturalmente, en todos los países. Para los más progresivos mencionaremos unas cuantas, susceptibles, sin duda, de ser aplicadas con carácter más o menos general, según los casos . 1.a Expropiación de la propiedad inmueble y aplicación de la renta del suelo a los gastos públicos. 2.a Fuerte impuesto progresivo. 3.a Abolición del derecho de herencia. 4.a Confiscación de la fortuna de los emigrados y rebeldes. 5.a Centralización del crédito en el Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y régimen de monopolio. 6.a Nacionalización de los transportes. 7.a Multiplicación de las fábricas nacionales y de los medios de producción, roturación y mejora de terrenos con arreglo a un plan colectivo. 8.a Proclamación del deber general de trabajar; creación de ejércitos industriales, principalmente en el campo. 9.a Articulación de las explotaciones agrícolas e industriales; tendencia a ir borrando gradualmente las diferencias entre el campo y la ciudad. 10.a Educación pública y gratuita de todos los niños. Prohibición del trabajo infantil en las fábricas bajo su forma actual. Régimen combinado de la educación con la producción material, etc. Tan pronto como, en el transcurso del tiempo, hayan desaparecido las diferencias de clase y toda la producción esté concentrada en manos de la sociedad, el Estado perderá todo carácter político. El Poder político no es, en rigor, más que el poder organizado de una clase para la opresión de la otra. El proletariado se ve forzado a organizarse como clase para luchar contra la burguesía; la revolución le lleva al Poder; mas tan pronto como desde él, como clase gobernante, derribe por la fuerza el régimen vigente de producción, con éste hará desaparecer las condiciones que determinan el antagonismo de clases, las clases mismas, y, por tanto, su propia soberanía como tal clase. Y a la vieja sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase, sustituirá una asociación en que el libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de todos.
IIILITERATURA SOCIALISTA Y COMUNISTA
1. El socialismo reaccionario a) El socialismo feudal La aristocracia francesa e inglesa, que no se resignaba a abandonar su puesto histórico, se dedicó, cuando ya no pudo hacer otra cosa, a escribir libelos contra la moderna sociedad burguesa. En la revolución francesa de julio de 1830, en el movimiento reformista inglés, volvió a sucumbir, arrollada por el odiado intruso. Y no pudiendo dar ya ninguna batalla política seria, no le quedaba más arma que la pluma. Mas también en la palestra literaria habían cambiado los tiempos; ya no era posible seguir empleando el lenguaje de la época de la Restauración. Para ganarse simpatías, la aristocracia hubo de olvidar aparentemente sus intereses y acusar a la burguesía, sin tener presente más interés que el de la clase obrera explotada. De este modo, se daba el gusto de provocar a su adversario y vencedor con amenazas y de musitarle al oído profecías más o menos catastróficas. Nació así, el socialismo feudal, una mezcla de lamento, eco del pasado y rumor sordo del porvenir; un socialismo que de vez en cuando asestaba a la burguesía un golpe en medio del corazón con sus juicios sardónicos y acerados, pero que casi siempre movía a risa por su total incapacidad para comprender la marcha de la historia moderna. Con el fin de atraer hacia sí al pueblo, tremolaba el saco del mendigo proletario por bandera. Pero cuantas veces lo seguía, el pueblo veía brillar en las espaldas de los caudillos las viejas armas feudales y se dispersaba con una risotada nada contenida y bastante irrespetuosa. Una parte de los legitimistas franceses y la joven Inglaterra, fueron los más perfectos organizadores de este espectáculo. Esos señores feudales, que tanto insisten en demostrar que sus modos de explotación no se parecían en nada a los de la burguesía, se olvidan de una cosa, y es de que las circunstancias y condiciones en que ellos llevaban a cabo su explotación han desaparecido. Y, al enorgullecerse de que bajo su régimen no existía el moderno proletariado, no advierten que esta burguesía moderna que tanto abominan, es un producto históricamente necesario de su orden social. Por lo demás, no se molestan gran cosa en encubrir el sello reaccionario de sus doctrinas, y así se explica que su más rabiosa acusación contra la burguesía sea precisamente el crear y fomentar bajo su régimen una clase que está llamada a derruir todo el orden social heredado. Lo que más reprochan a la burguesía no es el engendrar un proletariado, sino el engendrar un proletariado revolucionario. Por eso, en la práctica están siempre dispuestos a tomar parte en todas las violencias y represiones contra la clase obrera, y en la prosaica realidad se resignan, pese a todas las retóricas ampulosas, a recolectar también los huevos de oro y a trocar la nobleza, el amor y el honor caballerescos por el vil tráfico en lana, remolacha y aguardiente. Como los curas van siempre del brazo de los señores feudales, no es extraño que con este socialismo feudal venga a confluir el socialismo clerical. Nada más fácil que dar al ascetismo cristiano un barniz socialista. ¿No combatió también el cristianismo contra la propiedad privada, contra el matrimonio, contra el Estado? ¿No predicó frente a las instituciones la caridad y la limosna, el celibato y el castigo de la carne, la vida monástica y la Iglesia? El socialismo cristiano es el hisopazo con que el clérigo bendice el despecho del aristócrata. b) El socialismo pequeñoburgués La aristocracia feudal no es la única clase derrocada por la burguesía, la única clase cuyas condiciones de vida ha venido a oprimir y matar la sociedad burguesa moderna. Los villanos medievales y los pequeños labriegos fueron los precursores de la moderna burguesía. Y en los países en que la industria y el comercio no han alcanzado un nivel suficiente de desarrollo, esta clase sigue vegetando al lado de la burguesía ascensional. En aquellos otros países en que la civilización moderna alcanza un cierto grado de progreso, ha venido a formarse una nueva clase pequeñoburguesa que flota entre la burguesía y el proletariado y que, si bien gira constantemente en torno a la sociedad burguesa como satélite suyo, no hace más que brindar nuevos elementos al proletariado, precipitados a éste por la concurrencia; al desarrollarse la gran industria llega un momento en que esta parte de la sociedad moderna pierde su substantividad y se ve suplantada en el comercio, en la manufactura, en la agricultura por los capataces y los domésticos. En países como Francia, en que la clase labradora representa mucho más de la mitad de la población, era natural que ciertos escritores, al abrazar la causa del proletariado contra la burguesía, tomasen por norma, para criticar el régimen burgués, los intereses de los pequeños burgueses y los campesinos, simpatizando por la causa obrera con el ideario de la pequeña burguesía. Así nació el socialismo pequeñoburgués. Su representante más caracterizado, lo mismo en Francia que en Inglaterra, es Sismondi. Este socialismo ha analizado con una gran agudeza las contradicciones del moderno régimen de producción. Ha desenmascarado las argucias hipócritas con que pretenden justificarlas los economistas. Ha puesto de relieve de modo irrefutable, los efectos aniquiladores del maquinismo y la división del trabajo, la concentración de los capitales y la propiedad inmueble, la superproducción, las crisis, la inevitable desaparición de los pequeños burgueses y labriegos, la miseria del proletariado, la anarquía reinante en la producción, las desigualdades irritantes que claman en la distribución de la riqueza, la aniquiladora guerra industrial de unas naciones contra otras, la disolución de las costumbres antiguas, de la familia tradicional, de las viejas nacionalidades. Pero en lo que atañe ya a sus fórmulas positivas, este socialismo no tiene más aspiración que restaurar los antiguos medios de producción y de cambio, y con ellos el régimen tradicional de propiedad y la sociedad tradicional, cuando no pretende volver a encajar por la fuerza los modernos medios de producción y de cambio dentro del marco del régimen de propiedad que hicieron y forzosamente tenían que hacer saltar. En uno y otro caso peca, a la par, de reaccionario y de utópico. En la manufactura, la restauración de los viejos gremios, y en el campo, la implantación de un régimen patriarcal: he ahí sus dos magnas aspiraciones. Hoy, esta corriente socialista ha venido a caer en una cobarde modorra. c) El socialismo alemán o "verdadero" socialismo La literatura socialista y comunista de Francia, nacida bajo la presión de una burguesía gobernante y expresión literaria de la lucha librada contra su avasallamiento, fue importada en Alemania en el mismo instante en que la burguesía empezaba a sacudir el yugo del absolutismo feudal. Los filósofos, pseudofilósofos y grandes ingenios del país se asimilaron codiciosamente aquella literatura, pero olvidando que con las doctrinas no habían pasado la frontera también las condiciones sociales a que respondían. Al enfrentarse con la situación alemana, la literatura socialista francesa perdió toda su importancia práctica directa, para asumir una fisonomía puramente literaria y convertirse en una ociosa especulación acerca del espíritu humano y de sus proyecciones sobre la realidad. Y así, mientras que los postulados de la primera revolución francesa eran, para los filósofos alemanes del siglo XVIII, los postulados de la “razón práctica” en general, las aspiraciones de la burguesía francesa revolucionaria representaban a sus ojos las leyes de la voluntad pura, de la voluntad ideal, de una voluntad verdaderamente humana. La única preocupación de los literatos alemanes era armonizar las nuevas ideas francesas con su vieja conciencia filosófica, o, por mejor decir, asimilarse desde su punto de vista filosófico aquellas ideas. Esta asimilación se llevó a cabo por el mismo procedimiento con que se asimila uno una lengua extranjera: traduciéndola. Todo el mundo sabe que los monjes medievales se dedicaban a recamar los manuscritos que atesoraban las obras clásicas del paganismo con todo género de insubstanciales historias de santos de la Iglesia católica. Los literatos alemanes procedieron con la literatura francesa profana de un modo inverso. Lo que hicieron fue empalmar sus absurdos filosóficos a los originales franceses. Y así, donde el original desarrollaba la crítica del dinero, ellos pusieron: “expropiación del ser humano”; donde se criticaba el Estado burgués: “abolición del imperio de lo general abstracto”, y así por el estilo. Esta interpelación de locuciones y galimatías filosóficos en las doctrinas francesas, fue bautizada con los nombres de “filosofía del hecho” , “verdadero socialismo”, “ciencia alemana del socialismo”, “fundamentación filosófica del socialismo”, y otros semejantes. De este modo, la literatura socialista y comunista francesa perdía toda su virilidad. Y como, en manos de los alemanes, no expresaba ya la lucha de una clase contra otra clase, el profesor germano se hacía la ilusión de haber superado el “parcialismo francés”; a falta de verdaderas necesidades pregonaba la de la verdad, y a falta de los intereses del proletariado mantenía los intereses del ser humano, del hombre en general, de ese hombre que no reconoce clases, que ha dejado de vivir en la realidad para transportarse al cielo vaporoso de la fantasía filosófica. Sin embargo, este socialismo alemán, que tomaba tan en serio sus desmayados ejercicios escolares y que tanto y tan solemnemente trompeteaba, fue perdiendo poco a poco su pedantesca inocencia. En la lucha de la burguesía alemana, y principalmente, de la prusiana, contra el régimen feudal y la monarquía absoluta, el movimiento liberal fue tomando un cariz más serio. Esto deparaba al “verdadero” socialismo la ocasión apetecida para oponer al movimiento político las reivindicaciones socialistas, para fulminar los consabidos anatemas contra el liberalismo, contra el Estado representativo, contra la libre concurrencia burguesa, contra la libertad de Prensa, la libertad, la igualdad y el derecho burgueses, predicando ante la masa del pueblo que con este movimiento burgués no saldría ganando nada y sí perdiendo mucho. El socialismo alemán se cuidaba de olvidar oportunamente que la crítica francesa, de la que no era más que un eco sin vida, presuponía la existencia de la sociedad burguesa moderna, con sus peculiares condiciones materiales de vida y su organización política adecuada, supuestos previos ambos en torno a los cuales giraba precisamente la lucha en Alemania. Este “verdadero” socialismo les venía al dedillo a los gobiernos absolutos alemanes, con toda su cohorte de clérigos, maestros de escuela, hidalgüelos raídos y cagatintas, pues les servía de espantapájaros contra la amenazadora burguesía. Era una especie de melifluo complemento a los feroces latigazos y a las balas de fusil con que esos gobiernos recibían los levantamientos obreros. Pero el “verdadero” socialismo, además de ser, como vemos, un arma en manos de los gobiernos contra la burguesía alemana, encarnaba de una manera directa un interés reaccionario, el interés de la baja burguesía del país. La pequeña burguesía, heredada del siglo XVI y que desde entonces no había cesado de aflorar bajo diversas formas y modalidades, constituye en Alemania la verdadera base social del orden vigente. Conservar esta clase es conservar el orden social imperante. Del predominio industrial y político de la burguesía teme la ruina segura, tanto por la concentración de capitales que ello significa, como porque entraña la formación de un proletariado revolucionario. El “verdadero” socialismo venía a cortar de un tijeretazo -así se lo imaginaba ella- las dos alas de este peligro. Por eso, se extendió por todo el país como una verdadera epidemia. El ropaje ampuloso en que los socialistas alemanes envolvían el puñado de huesos de sus “verdades eternas”, un ropaje tejido con hebras especulativas, bordado con las flores retóricas de su ingenio, empapado de nieblas melancólicas y románticas, hacía todavía más gustosa la mercancía para ese público. Por su parte, el socialismo alemán comprendía más claramente cada vez que su misión era la de ser el alto representante y abanderado de esa baja burguesía. Proclamó a la nación alemana como nación modelo y al súbdito alemán como el tipo ejemplar de hombre. Dio a todos sus servilismos y vilezas un hondo y oculto sentido socialista, tornándolos en lo contrario de lo que en realidad eran. Y al alzarse curiosamente contra las tendencias “barbaras y destructivas” del comunismo, subrayando como contraste la imparcialidad sublime de sus propias doctrinas, ajenas a toda lucha de clases, no hacía más que sacar la última consecuencia lógica de su sistema. Toda la pretendida literatura socialista y comunista que circula por Alemania, con poquísimas excepciones, profesa estas doctrinas repugnantes y castradas . 2. El socialismo burgués o conservador Una parte de la burguesía desea mitigar las injusticias sociales, para de este modo garantizar la perduración de la sociedad burguesa. Se encuentran en este bando los economistas, los filántropos, los humanitarios, los que aspiran a mejorar la situación de las clases obreras, los organizadores de actos de beneficencia, las sociedades protectoras de animales, los promotores de campañas contra el alcoholismo, los predicadores y reformadores sociales de toda laya. Pero, además, de este socialismo burgués han salido verdaderos sistemas doctrinales. Sirva de ejemplo la Filosofía de la miseria de Proudhon. Los burgueses socialistas considerarían ideales las condiciones de vida de la sociedad moderna sin las luchas y los peligros que encierran. Su ideal es la sociedad existente, depurada de los elementos que la corroen y revolucionan: la burguesía sin el proletariado. Es natural que la burguesía se represente el mundo en que gobierna como el mejor de los mundos posibles. El socialismo burgués eleva esta idea consoladora a sistema o semisistema. Y al invitar al proletariado a que lo realice, tomando posesión de la nueva Jerusalén, lo que en realidad exige de él es que se avenga para siempre al actual sistema de sociedad, pero desterrando la deplorable idea que de él se forma. Una segunda modalidad, aunque menos sistemática bastante más práctica, de socialismo, pretende ahuyentar a la clase obrera de todo movimiento revolucionario haciéndole ver que lo que a ella le interesa no son tales o cuales cambios políticos, sino simplemente determinadas mejoras en las condiciones materiales, económicas, de su vida. Claro está que este socialismo se cuida de no incluir entre los cambios que afectan a las “condiciones materiales de vida” la abolición del régimen burgués de producción, que sólo puede alcanzarse por la vía revolucionaria; sus aspiraciones se contraen a esas reformas administrativas que son conciliables con el actual régimen de producción y que, por tanto, no tocan para nada a las relaciones entre el capital y el trabajo asalariado, sirviendo sólo -en el mejor de los casos- para abaratar a la burguesía las costas de su reinado y sanearle el presupuesto. Este socialismo burgués a que nos referimos, sólo encuentra expresión adecuada allí donde se convierte en mera figura retórica. ¡Pedimos el librecambio en interés de la clase obrera! ¡En interés de la clase obrera pedimos aranceles protectores! ¡Pedimos prisiones celulares en interés de la clase trabajadora! Hemos dado, por fin, con la suprema y única seria aspiración del socialismo burgués. Todo el socialismo de la burguesía se reduce, en efecto, a una tesis y es que los burgueses lo son y deben seguir siéndolo... en interés de la clase trabajadora. 3. El socialismo y el comunismo crítico-utópico No queremos referirnos aquí a las doctrinas que en todas las grandes revoluciones modernas abrazan las aspiraciones del proletariado (obras de Babeuf, etc.). Las primeras tentativas del proletariado para ahondar directamente en sus intereses de clase, en momentos de conmoción general, en el período de derrumbamiento de la sociedad feudal, tenían que tropezar necesariamente con la falta de desarrollo del propio proletariado, de una parte, y de otra con la ausencia de las condiciones materiales indispensables para su emancipación, que habían de ser el fruto de la época burguesa. La literatura revolucionaria que guía estos primeros pasos vacilantes del proletariado es, y necesariamente tenía que serlo, juzgada por su contenido, reaccionaria. Estas doctrinas profesan un ascetismo universal y un torpe y vago igualitarismo. Los verdaderos sistemas socialistas y comunistas, los sistemas de Saint-Simon, de Fourier, de Owen, etc., brotan en la primera fase embrionaria de las luchas entre el proletariado y la burguesía, tal como más arriba la dejamos esbozada. (V. el capítulo “Burgueses y proletarios”). Cierto es que los autores de estos sistemas penetran ya en el antagonismo de las clases y en la acción de los elementos disolventes que germinan en el seno de la propia sociedad gobernante. Pero no aciertan todavía a ver en el proletariado una acción histórica independiente, un movimiento político propio y peculiar. Y como el antagonismo de clase se desarrolla siempre a la par con la industria, se encuentran con que les faltan las condiciones materiales para la emancipación del proletariado, y es en vano que se debatan por crearlas mediante una ciencia social y a fuerza de leyes sociales. Esos autores pretenden suplantar la acción social por su acción personal especulativa, las condiciones históricas que han de determinar la emancipación proletaria por condiciones fantásticas que ellos mismos se forjan, la gradual organización del proletariado como clase por una organización de la sociedad inventada a su antojo. Para ellos, el curso universal de la historia que ha de venir se cifra en la propaganda y práctica ejecución de sus planes sociales. Es cierto que en esos planes tienen la conciencia de defender primordialmente los intereses de la clase trabajadora, pero sólo porque la consideran la clase más sufrida. Es la única función en que existe para ellos el proletariado. La forma embrionaria que todavía presenta la lucha de clases y las condiciones en que se desarrolla la vida de estos autores hace que se consideren ajenos a esa lucha de clases y como situados en un plano muy superior. Aspiran a mejorar las condiciones de vida de todos los individuos de la sociedad, incluso los mejor acomodados. De aquí que no cesen de apelar a la sociedad entera sin distinción, cuando no se dirigen con preferencia a la propia clase gobernante. Abrigan la seguridad de que basta conocer su sistema para acatarlo como el plan más perfecto para la mejor de las sociedades posibles. Por eso, rechazan todo lo que sea acción política, y muy principalmente la revolucionaria; quieren realizar sus aspiraciones por la vía pacífica e intentan abrir paso al nuevo evangelio social predicando con el ejemplo, por medio de pequeños experimentos que, naturalmente, les fallan siempre. Estas descripciones fantásticas de la sociedad del mañana brotan en una época en que el proletariado no ha alcanzado aún la madurez, en que, por tanto, se forja todavía una serie de ideas fantásticas acerca de su destino y posición, dejándose llevar por los primeros impulsos, puramente intuitivos, de transformar radicalmente la sociedad. Y, sin embargo, en estas obras socialistas y comunistas hay ya un principio de crítica, puesto que atacan las bases todas de la sociedad existente. Por eso, han contribuido notablemente a ilustrar la conciencia de la clase trabajadora. Mas, fuera de esto, sus doctrinas de carácter positivo acerca de la sociedad futura, las que predican, por ejemplo, que en ella se borrarán las diferencias entre la ciudad y el campo o las que proclaman la abolición de la familia, de la propiedad privada, del trabajo asalariado, el triunfo de la armonía social, la transformación del Estado en un simple organismo administrativo de la producción.... giran todas en torno a la desaparición de la lucha de clases, de esa lucha de clases que empieza a dibujarse y que ellos apenas si conocen en su primera e informe vaguedad. Por eso, todas sus doctrinas y aspiraciones tienen un carácter puramente utópico. La importancia de este socialismo y comunismo crítico-utópico está en razón inversa al desarrollo histórico de la sociedad. Al paso que la lucha de clases se define y acentúa, va perdiendo importancia práctica y sentido teórico esa fantástica posición de superioridad respecto a ella, esa fe fantástica en su supresión. Por eso, aunque algunos de los autores de estos sistemas socialistas fueran en muchos respectos verdaderos revolucionarios, sus discípulos forman hoy día sectas indiscutiblemente reaccionarias, que tremolan y mantienen impertérritas las viejas ideas de sus maestros frente a los nuevos derroteros históricos del proletariado. Son, pues, consecuentes cuando pugnan por mitigar la lucha de clases y por conciliar lo inconciliable. Y siguen soñando con la fundación de falansterios, con la colonización interior, con la creación de una pequeña Icaria, edición en miniatura de la nueva Jerusalén... . Y para levantar todos esos castillos en el aire, no tienen más remedio que apelar a la filantrópica generosidad de los corazones y los bolsillos burgueses. Poco a poco van resbalando a la categoría de los socialistas reaccionarios o conservadores, de los cuales sólo se distinguen por su sistemática pedantería y por el fanatismo supersticioso con que comulgan en las milagrerías de su ciencia social. He ahí por qué se enfrentan rabiosamente con todos los movimientos políticos a que se entrega el proletariado, lo bastante ciego para no creer en el nuevo evangelio que ellos le predican. En Inglaterra, los owenistas se alzan contra los cartistas, y en Francia, los reformistas tienen enfrente a los discípulos de Fourier.
IVACTITUD DE LOS COMUNISTAS ANTE LOS OTROS PARTIDOS DE LA OPOSICION
Después de lo que dejamos dicho en el capítulo II, fácil es comprender la relación que guardan los comunistas con los demás partidos obreros ya existentes, con los cartistas ingleses y con los reformadores agrarios de Norteamérica. Los comunistas, aunque luchando siempre por alcanzar los objetivos inmediatos y defender los intereses cotidianos de la clase obrera, representan a la par, dentro del movimiento actual, su porvenir. En Francia se alían al partido democrático-socialista contra la burguesía conservadora y radical, mas sin renunciar por esto a su derecho de crítica frente a los tópicos y las ilusiones procedentes de la tradición revolucionaria. En Suiza apoyan a los radicales, sin ignorar que este partido es una mezcla de elementos contradictorios: de demócratas socialistas, a la manera francesa, y de burgueses radicales. En Polonia, los comunistas apoyan al partido que sostiene la revolución agraria, como condición previa para la emancipación nacional del país, al partido que provocó la insurrección de Cracovia en 1846. En Alemania, el partido comunista luchará al lado de la burguesía, mientras ésta actúe revolucionariamente, dando con ella la batalla a la monarquía absoluta, a la gran propiedad feudal y a la pequeña burguesía. Pero todo esto sin dejar un solo instante de laborar entre los obreros, hasta afirmar en ellos con la mayor claridad posible la conciencia del antagonismo hostil que separa a la burguesía del proletariado, para que, llegado el momento, los obreros alemanes se encuentren preparados para volverse contra la burguesía, como otras tantas armas, esas mismas condiciones políticas y sociales que la burguesía, una vez que triunfe, no tendrá más remedio que implantar; para que en el instante mismo en que sean derrocadas las clases reaccionarias comience, automáticamente, la lucha contra la burguesía. Las miradas de los comunistas convergen con un especial interés sobre Alemania, pues no desconocen que este país está en vísperas de una revolución burguesa y que esa sacudida revolucionaria se va a desarrollar bajo las propicias condiciones de la civilización europea y con un proletariado mucho más potente que el de Inglaterra en el siglo XVII y el de Francia en el XVIII, razones todas para que la revolución alemana burguesa que se avecina no sea más que el preludio inmediato de una revolución proletaria. Resumiendo: los comunistas apoyan en todas partes, como se ve, cuantos movimientos revolucionarios se planteen contra el régimen social y político imperante. En todos estos movimientos se ponen de relieve el régimen de la propiedad, cualquiera que sea la forma más o menos progresiva que revista, como la cuestión fundamental que se ventila. Finalmente, los comunistas laboran por llegar a la unión y la inteligencia de los partidos democráticos de todos los países. Los comunistas no tienen por qué guardar encubiertas sus ideas e intenciones. Abiertamente declaran que sus objetivos sólo pueden alcanzarse derrocando por la violencia todo el orden social existente. Tiemblen, si quieren, las clases gobernantes, ante la perspectiva de una revolución comunista. Los proletarios, con ella, no tienen nada que perder, como no sea sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo entero que ganar. ¡Proletarios de todos los Países, uníos! .
Guia de Estudio Archivo Marx-Engels